‘Paso corto, vista larga y mala leche’

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«…más allá de la mala leche que se nos quedó a los aficionados pacenses, es poner la vista larga en la carrera de un novillero que ha evolucionado magistralmente en el último año, consiguiendo una dimensión que le lleva de cabeza al escalafón superior y bien posicionado…»

Antonio Girol.-

‘Paso corto, vista larga y mala leche’, seguro que los más veteranos han oído en alguna ocasión este lema que, sin ser oficial, se aplicaba a aquellas parejas de guardias civiles que tocados con el charol de los tricornios y sus máuseres al hombro transitaban gastando suelas por los caminos rurales. Lema por otro lado exportable en toda su extensión a lo vivido en la jornada del domingo en la novillada celebrada en Belmez y en la que tomó parte José Manuel Garrido, alumno de la Escuela del Patronato de Tauromaquia de Badajoz.

En la población cordobesa, no confundir con el Bélmez de las famosas caras, hubo otro tipo de jetas, en este caso no en la casa de una lugareña de turno sino entre el jurado del Certamen de las Escuelas Andaluzas que, enjuagó en una chapuza sin precedentes,  lo que han intentado vender como un hecho único  y sin precedentes en sus XVIII años de vida, o lo que es lo mismo buscar la fórmula más allá del ruedo en que por tercer año consecutivo el premio no cogiese la Autovía de la Plata rumbo a nuestra tierra.

Y para ello se sacaron de la chistera un empate técnico en cuanto a puntuación con objeto de que el premio fuese ex aequo para José Manuel Garrido – a todas luces el mejor de la final y de largo del Certamen – y Lama de Góngora, novillero sevillano en el que la afición hispalense tiene –  con justo derecho – depositadas las esperanzas del renacer de la escuela sevillana, pero que ayer estuvo al menos, medio punto, por debajo de su compañero de cartel.

Pero como les decía en el inicio de estas letras a día de hoy lo importante, más allá de la mala leche que se nos quedó a los aficionados pacenses, es poner la vista larga en la carrera de un novillero que ha evolucionado magistralmente en el último año, consiguiendo una dimensión que le lleva de cabeza al escalafón superior y bien posicionado.

Ayer mismo le ofrecían la posibilidad de debutar en la próxima feria de Olivenza. Lástima que, al igual que en su día los Tomases por citar dos ejemplos, el camino que se les abre en sus incipientes carreras sea de paso corto a la hora de transitar  por ese páramo que es el mundo con caballos, que seca todas las ilusiones de los chavales que observan como cada año decrece el número de novilladas y las pocas que hay o son en plazas de exigencia extrema o en condiciones totalmente leoninas.

El otro evento con participación de alumnos de la Escuela de Badajoz tenía por escenario la singular plaza de Puebla de Alcocer en la que daba inicio el ciclo de novilladas sin picadores organizado por el Patronato de Tauromaquia en colaboración con Canal Extremadura. Cierto es que todo comienzo siempre es susceptible de mejora, y este caso no iba a ser la excepción. Estoy seguro que el mismo irá de menos a más conforme vayan sucediéndose los ajustes que quedan hasta la final de Villanueva del Fresno.

Por lo pronto me llamó la atención el poco público que acudió a la primera cita, supongo que el hecho de que buena parte de la afición esté acostumbrada al ‘todo gratis’ de la Diputación y que ahora tenga que rascarse el bolsillo aunque sea con un exiguo donativo habrá tenido que ver bastante. Una pena.  Así como la laxitud del palco a la hora de conceder trofeos teniendo en cuenta que no se trata de una novillada más de un pueblo en fiestas y sí de una eliminatoria de cara a una final. Hecho este de gran relevancia y responsabilidad a la hora de presidir.

Como estoy convencido de que en fechas venideras la presentación del ganado será más acorde a lo que se pretende con este ciclo. Con respecto al juego de las reses entra el aforismo aquel de los melones, tan apropiados en estas calendas. Pero si espero y deseo que sean mejores que los que mandó Jesús Ballesteros que, imagino, habrá lamentado el comportamiento desrazado y las complicaciones que sus astados ofrecieron a los chavales que hubieron de lidiarlos. A seguir trabajando ganadero, no queda otra.

Estoy convencido de que el serial irá a más, no me cabe duda porque hay buenos cimientos y el mejor mimbre en un Patronato que si por algo ha destacado en todos estos años de éxitos continuados es por su capacidad tanto a la hora de formar a chavales, que nos hacen sentirnos orgullosos  en certámenes propios y ajenos, como a la hora de montar festejos;  ahí está el ejemplo del pasado mayo de 2011, en el que se dieron por la tele un ramillete de novilladas que perduran en la memoria con satisfacción y agrado. Por eso confío. Suerte y, nunca mejor dicho, al toro.