HERRERA DEL DUQUE - Corrida de toros

Disfrutan con Ferrera, Padilla y ‘El Cordobés’

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Los tres espadas salen en hombros en un festejo que hizo las delicias del público que prácticamente llenó el coso herrereño, en una demostración del tirón en taquilla que tienen estos tres espadas.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado toros de Gerardo Ortega, de buen juego en conjunto.

ESPADAS:
-Manuel D. ‘El Cordobés’ (grana y oro), oreja y oreja.

– Juan José Padilla (malva y oro), dos orejas y dos orejas.
-Antonio Ferrera (azul rey y oro), dos orejas y dos orejas.
INCIDENCIAS: Casi lleno en tarde de bastante calor.

Antonio Ferrera volvió a dejar en alto su tauromaquia. (FOTO: Archivo Gallardo)

Guadalupe Cabrera.-

Ni el calor, al inicio del festejo rondaba los cuarenta grados. Ni el hecho de que fuese lunes han hecho mella en los aficionados que casi llenaron los tendidos de la plaza de Herrera del Duque al albur de un cartel con bastante tirón en taquilla, como ha quedado demostrado. Tirón que a su vez se vio refrendado por el espectáculo que los espadas ofrecieron en el albero. Cada uno en su registro. Así, Padilla y ‘El Cordobés’ encandilaron al respetable con su toreo de corte más tremendista, y Antonio Ferrera confirmó que se encuentra en el momento más dulce de su carrera al dictar una nueva cátedra de qué es el temple.

Aunque numéricamente ha cortado las mismas orejas que Padilla el triunfo de Antonio Ferrera ha sido más rotundo por la manera y las formas en que se ha producido. A su primero lo saludó a la verónica, y tanto en esos lances de recibo como en los delantales con los que cerró la serie dejó notas de mucha calidad por la cadencia en que ejecutó los pases. En banderillas, que compartió con su compañero Padilla, formó un alboroto. Y con la muleta impartió una clase de cómo se torea al natural, con temple y hondura. Especiales por su impronta resultaron los remates de pecho. No es de extrañar que pasease dos apéndices tras despachar al astado.

El sexto apretó en el caballo de picar. Sonó ‘Marcial’ en banderillas y bien se podría aplicar la letra del pegadizo pasodoble al diestro extremeño que demuestra cada tarde ser el más grande por su cercanía con el público y sus dotes toreras. Tal y como ha demostrado con el último. Un toro al que siempre ayudó a embestir, al torear a favor de la res; y con el que volvió a dejar muestras del excelso momento de madurez en el que se haya. Fue premiado de nuevo con dos trofeos.

«…bien se podría aplicar la letra del pegadizo pasodoble al diestro extremeño que demuestra cada tarde ser el más grande por su cercanía con el público y sus dotes toreras…»


El idilio que mantiene Juan José Padilla con la afición se vio refrendado una vez más desde el momento en que se puso de rodillas para saludar con una larga cambiada al primero de su lote. El público, que estuvo entregado en todo momento al de Jerez, pasó un mal rato cuando en el tercio de banderillas – que  compartió con Ferrera – sufrió una voltereta que hizo reverdecer viejos fantasmas. Afortunadamente todo quedó en un susto y una taleguilla destrozada. 


«…El público, que estuvo entregado en todo momento al de Jerez, pasó un mal rato cuando en el tercio de banderillas – que  compartió con Ferrera – sufrió una voltereta que hizo reverdecer viejos fantasmas…»


Ataviado con unos vaqueros volvió a colocarse de hinojos para dar comienzo a la faena de muleta. Faena que adquirió sus mejores compases en las tandas al natural. Mató bien y fue correspondido con dos orejas.

Tardeaba el quinto y en banderillas dio las primeras muestras de que esa iba a ser su tónica dominante, a pesar de lo cual Padilla le buscó las vueltas hasta conseguir colocar tres pares, destacando el último al violín. Comenzó el último tercio sentado en el estribo. A pesar de un inicio alentador el de Gerardo Ortega continuó acusando su tendencia natural a tardear.  Medía mucho a su lidiador, que supo darle los tiempos suficientes para que el animal terminase encelado en la muleta. Como era de esperar, y más viendo la condición de la res, terminó en cercanías y peleándose literalmente con su antagonista ante el delirio del respetable. Volvió a matar en buen sitio y le fueron concedidos dos nuevos apéndices.

Abrió plaza un astado castaño  que no anduvo sobrado de fuerzas, a lo que sumó bastante la costalada que sufrió tras el puyazo. Tenía un buen pitón izquierdo y por ese lado extrajo Manuel Díaz ‘El Cordobés’, con acierto, las mejores embestidas del animal. Aunque sin poder bajar la mano ni exigirle dadas la flojedad de remos del astado. Fue acortando distancias conforme avanzaba la faena hasta terminar de rodillas. Le fueron pedidas las dos orejas pero el presidente, con buen criterio, concedió un único trofeo. Al toro se le despidió entre leves pitos.

Cuando salió el cuarto, el torero de Arganda no tenía aún asegurada la puerta grande. Este hecho espoleó al diestro madrileño que recibió a su antagonista por verónicas. Luego en la muleta tras unas tandas por ambos pitones optó por hacer uso de su particular tauromaquia consistente en el arrimón cosido al popular salto de la rana. Encontró Manuel lo que buscaba, ya que el público que había permanecido algo frío en el inicio se calentó rápidamente con la versión más personal de un torero que sabe perfectamente ganarse al respetable con su simpatía en el ruedo. Tras un pinchazo sin soltar dejó una estocada trasera que hizo retardar el atronamiento de la res. Obtuvo el trofeo que necesitaba y pudo acompañar a Padilla y Ferrera en la salida a hombros junto al mayoral de la vacada onubense.