OLIVENZA / Corrida de toros

Garrido también mereció salir en hombros

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Faltó Garrido en la foto final
Faltó Garrido en la foto final

La imagen completa debería haber sido con José Garrido saliendo a hombros junto a Miguel Ángel Perera y Ginés Marín, ya que la faena del diestro de Badajoz al quinto de la mañana mereció la oreja que el presidente le esquilmó de manera incongruente


OLIVENZA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Zalduendo, correctos de presentación, desrazados. El mejor el  4º, el peor el 5º que fue manso y peligroso.

TOREROS:
– Miguel Ángel Perera (de turquesa y oro), ovación con saludos y dos orejas
– José Garrido (de azul marino y oro), palmas y oreja
– Ginés Marín (de blanco y oro), oreja y oreja

INCIDENCIAS: Casi lleno. Mañana de llovizna intermitente. Saludaron Guillermo Barbero y Curro Javier tras banderillear al primero.


Antonio Girol.-

     Quien más merecía irse en hombros de la plaza de Olivenza tuvo que conformarse con irse a pie, aunque lo que se dice conforme no se debió marchar. Aún sigo preguntándome por qué no le fueron otorgadas a José Garrido dos orejas tras la faena al quinto de la mañana. No comprendo, por más vueltas que le doy, qué criterio ha seguido el presidente Antonio Mesa a la hora de conceder los premios. Si ayer a El Juli por una faena monótona y anodina le regaló una segunda oreja, ¿cuántas no merecía hoy Garrido por jugarse la vida ante un mansurrón con peligro?

     Porque el Zalduendo que hacía cinco de lidia ordinaria fue una prenda. Un toro con guasa desde que salió por los chiqueros y apretó al de Badajoz en el saludo capotero mostrándole las credenciales que luego exhibiría con creces en banderillas poniendo en apuro a la cuadrilla. No dudó Garrido en aliviarse ante semejante cabrón y desde los doblones firmes del inicio hasta la estocada final le enseñó quién tenía de bravura de verdad, y de la buena, en el ruedo. Firme, decidido, exponiéndose en cada cite a ser prendido por las arrancadas inciertas del encima gazapón astado, le sometió, le pudo y le enjaretó una faena de magnitud, que encima tuvo el hándicap de la lluvia que se hizo presente en el final, cuando con manoletinas de vértigo abrochó su oda al toreo macho. Tras todo lo expuesto, no ya en esta crónica sino en el ruedo, el presidente decidió que aquello solo merecía un trofeo. ¡Cada día entiendo menos!

     A su primero poco le pudo hacer. Desrazado, el Zalduendo se fue a tablas. En medio de la lluvia, Garrido quiso justificarse en un arrimón que el público más pendiente en no mojarse que en agradecer la profesionalidad del diestro de Badajoz no supo, ni quiso, reconocer.

     El que sí pudo pasear dos apéndices de un mismo toro fue Miguel Ángel Perera. Las del cuarto. El animal más potable del encierro. Al que el diestro de Puebla del Prior entendió perfectamente y supo sacarle todo lo que llevaba dentro a base de toreo largo, por debajo de la pala del pitón, con ritmo y ligazón, en una faena de mucha madurez. Una vez hubo mostrado al toro en los cánones del toreo fundamental acortó terrenos y regaló a los presentes unas series de circulares marca de la casa.

     Su primero, como ocurrió con el de Garrido, se acabó al instante. En cuanto se sintió podido se rajó marchándose a tablas, antes, al menos, había podido extraerle un par de tandas al ralentí.

     Ginés Marín acompañó a Perera en la salida a hombros. En su caso tras cortar una y una. A sendos astados de embestida sosa con los que ha tenido que inventarse dos faenas. Al tercero de la mañana le saludó en el último tercio con una arrucina de rodillas en los medios que apretó los corazones de los presentes. Lástima que al que no pudo apretar luego fuese al de Zalduendo que al mínimo atisbo de apretura perdía fuelle. Aunque éste, a diferencia de sus dos primeros hermanos, no se rajó. Permitiendo de ese modo que Marín lograse cuajarle una faena muy bien medida en alturas y tiempos.

     El sexto soltó la cara en banderillas. Luego, en la muleta, no regaló ni una sola embestida completa. Se quedaba siempre a medio viaje y salía mirando a las nubes pardas que entoldaron el cielo. Tuvo el torero oliventino que improvisar una lidia de medios pases que epilogó con guapeza por ayudados.


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GALERÍA GRÁFICA.

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