BADAJOZ - Segunda de feria

El niño sabio de Olivenza

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Ginés Marín a hombros
Ginés Marín a hombros en una imagen de archivo

El diestro oliventino refrenda en la Nueva Plaza de Toros de Badajoz su excelente momento de forma en dos faenas en las que primaron la sencillez y el buen gusto premiadas con tres orejas. Alejandro Talavante se marchó de vacío por culpa de la espada en su primero y del mal juego de su segundo. Morante de la Puebla cargó con el peor lote y con la bronca del respetable.


BADAJOZ/Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de Vegahermosa (1º, 3º y 6º) y de Jandilla (2º, 4º, 5º y 6º bis) correctos de presentación y variado juego. Ovacionados al arrastre 2º, 3º y 6º. Pitados 1º y 5º.

TOREROS:
Morante de la Puebla (de catafalco y azabache), pitos y bronca
Alejandro Talavante (de verde hoja y oro), ovación con saludos y ovación con saludos
Ginés Marín (de corinto y oro), dos orejas y oreja.

INCIDENCIAS: Segunda de abono de la feria del Cincuentenario. Temperatura más agradable que la tarde anterior. Dos tercios de entrada de aforo. Saludaron en banderillas: Juan José Trujillo en el 2º y Jesús Díez ‘Fini’ en el 3º


Antonio Girol.-

     Hace justo una semana, en Granada, mi amigo Alberto Rodríguez, cuando íbamos camino de la Monumental de Frascuelo, me preguntó que a quién se me parecía como torero Ginés Marín. Mi respuesta fue: “De los actuales, a ninguno porque tiene un concepto propio” Y añadí: “Si tengo que decirte un nombre, a Paco Camino porque desde novillero le encuentro muchas similitudes con el niño sabio de Camas” Esta tarde, una vez más, he vuelto a refrendar esa impresión. Incluso se me asemejan físicamente con sus rostros aniñados. Torea Ginés tan fácil, lo hace tan sencillo y con tanto gusto como lo hacía Camino en su época. Incluso a veces da la impresión de que, como le ocurría al camero, esa suficiencia le reste méritos a lo que hace en el albero. El ejemplo más claro ha sido la faena al sexto premiada con una única oreja. Faena de muchos quilates en la que el único borrón, si es que se le puede llamar así, fue un desarme, ya que el resto de su actuación tuvo el denominador común de la inteligencia hecha toreo.

     El excelente sobrero de Jandilla, injustamente no premiado con vuelta al ruedo póstuma, tuvo la virtud de la bravura enclasada y Ginés Marín supo perfectamente administrarles los tiempos necesarios además de acompasar su tauromaquia al ritmo del toro fundiéndose ambos en series preñadas de temple. En las que se sucedían los muletazos ligados por uno y otro pitón con los remates pintureros y los pases de pecho de lentitud extrema. Todo ello llevado a cabo en los medios. Seguro que esos niños a los que brindó su actuación habrán tomado nota de qué es el temple porque no han podido recibir mejor lección in situ. El cierre de su labor con ayudados por bajo resultó sencillamente delicioso por la expresividad con la que fue llevando al de Borja Domecq al tercio para ejecutar la suerte suprema.

     Del tercero sí paseó las dos orejas por una faena que inició de hinojos, ganándole terreno al toro hasta conseguir una serie en redondo que hizo saltar la chispa de la ovación de los tendidos. Como decía al inicio de mi crónica, torea tan fácil Ginés Marín que incluso tapa los defectos de sus antagonistas. Y este jandilla tenía el de quedarse en las zapatillas. Lo que no impidió al diestro de Olivenza para armar una actuación en la que destacaron los naturales enfrontilados y, una vez más, la suavidad de su toreo de seda con total ausencia de tirones y brusquedades.

     Alejandro Talavante tuvo la suerte de espalda. Primero con la espada, al pinchar hasta en dos ocasiones al segundo de la tarde. Otro buen toro de Jandilla al que supo torear, en los medios, como demandaba el animal: echándole los vuelos, embarcando las embestidas y vaciándolas más allá de la cadera en muletazos largos y bien estructurados que llevaron el sello de sus mágicas muñecas. Y después con el mal juego del quinto que punteaba las telas. Talavante se puso por ambos pitones y ante la imposibilidad de lucimiento por la brusquedad del animal unida a la escasez de recorrido, optó con buen tino por abreviar. Lo cual agradeció el respetable con palmas cuando cambió de espada.

     Del paso de Morante de la Puebla por el coso de Badajoz, en el día de hoy, solo se puede decir que vistió un terno de un color poco recomendable para estas temperaturas y que una vez más sorteó el peor lote. Su primero fue un manso pregonado que tardó una barbaridad en salir al ruedo. Una vez en el albero no quiso saber nada ni de la torería andante ni de la montada. Morante lo lidió sobre las piernas, pero como esa tauromaquia está en desuso solo los muy aficionados supieron valorarla, el resto se enojaron. Enojo que fue en aumento en el cuarto, ya que en esta ocasión ni siquiera optó por el macheteo, directamente lo pasaportó en medio de una bronca monumental.


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GALERÍA GRÁFICA. FOTOS: GALLARDO

OTRAS IMÁGENES. FOTOS: GALLARDO

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