El padre Víctor: sacerdocio y toreo

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El padre Víctor recibiendo instrucciones y luego poniéndolas en práctica

¿Cuántas veces no hemos oído que el toreo es un sacerdocio? Y es que ambas profesiones tienen en el sacrificio una nota común: de quienes las ejercen y sacrificio en el rito que componen tanto de forma figurada con el pan y el vino y con la entrega de la vida en la arena, ya sea del toro o del torero. Además está la similitud de términos. Así, al novillero que recibe la alternativa se le llama toricantano y al sacerdote que canta su primera misa, misacantano. Sin olvidar el atuendo: casullas y capotes de paseo emparentan en el oro de sus bordados, cálices y vasos de plata son usados para consagrar el momento más solemne: la comunión y la hora de la verdad.

Víctor Carrasco, párroco de Garlitos, Risco y Capilla, puede dar fe de ambos ritos. Al sacerdocio, al que un día le llamó el Señor, ha unido la afición que de siempre sintió en sus venas. Por eso, cuando sus ocupaciones pastorales se lo permiten, no duda en enrolarse en el Taller de Tauromaquia del banderillero Fernando González como se observa en la fotografía que sirve de frontispicio a estas letras. Para de ese modo, vestido con camisa cleriman como mandan los cánones de la Santa Madre Iglesia, calzarse sus botas altas y experimentar en primera persona por qué se dice que el toreo es un sacerdocio. Amen.