ALMENDRALEJO - Final Ciclo Diputación

Olivera, Martinho y Sánchez mostraron sus credenciales

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Los tres finalistas con sus trofeos (FOTO: Alfonso Plano)

Un único punto separó al primero del tercer clasificado en la final del Ciclo de la Diputación de Badajoz. Lo que habla a las claras del nivel que demostraron los tres finalistas que se toparon con un encierro de Talavante que presentó muchas complicaciones y que supieron solventar a base de ganas, ilusión y muchas dosis de tesón.


ALMENDRALEJO – Novillada sin picadores

NOVILLOS: Se han lidiado erales de Toros de Talavante, bien presentados, con más genio que bravura y que presentaron complicaciones.

NOVILLEROS:
Eric Olivera (de verde botella y oro), oreja y oreja.
Filipe Martinho (de teja y oro), palmas y oreja.
Sergio Sánchez (de malva y oro), ovación con saludos y dos orejas.

INCIDENCIAS: Final del VIII Ciclo de la Diputación de Badajoz. Sin público en los tendidos por culpa de los brotes de Covid 19. A la finalización de la novillada el jurado declaró a Eric Olivera con 16.50 puntos como triunfador del Certamen. Sergio Sánchez, con 16 puntos, ocupó el segundo puesto y Filipe Martinho, el tercero con 15.50 puntos. La ganadería de La Cercada fue declarada triunfadora de entre las participantes en la totalidad de novilladas del Ciclo. Este trofeo lo conceden las peñas taurinas Conde la Corte de Jerez de los Caballeros y El Temple de Burguillos del Cerro.


Antonio Girol.-

        Medio punto separó a Eric Olivera de Sergio Sánchez en la final del Ciclo de la Diputación de Badajoz. Por tan ajustado tanteo el trofeo viajó a Villanueva del Fresno en lugar de al barrio de San Roque de Badajoz. Debo decir que los dos novilleros hicieron méritos más que sobrados para alzarse con el trofeo. Al igual que los que hizo el tercer clasificado: Filipe Martinho, porque la novillada que embarcó Alejandro Talavante para ser lidiada en Almendralejo – la ciudad del cava – no les puso fácil el camino a la gloria.

      Los seis erales presentaron una serie de complicaciones que los chavales no se esperaban cuando soñaron con la final. Pero lo más importante es que ninguno de los tres volvió la cara ni se aburrió delante de los pitones y, a pesar de las lógicas carencias de la falta de oficio, supieron solventar los muchos problemas que le plantearon sus antagonistas. Lo que resulta muy buena señal en su aprendizaje.

     El primero cantó su condición desde el momento en que salió suelto de los lances de recibo que le instrumentó Eric Olivera. El de Villanueva del Fresno, con inteligencia y determinación tuvo siempre que atacarlo para poder fijar las embestidas. A base de tesón y muchas dosis de esfuerzo lo fue haciendo y consiguió robarle algunas tandas sin que se le marchase a tablas. Lugar en el que acabó y en donde Eric tuvo que terminar de plantearle la faena.

      Parecía que el cuarto iba a tener mejor fondo cuando Olivera lo saludó primorosamente a la verónica. El joven novillero meció con cadencia los brazos y acompañó la cintura en los mejores lances de capote de toda la tarde. Uno de esos pequeños detalles que al final decantan una final. Inició Eric la faena de muleta con la mano izquierda apoyada en las tablas en un gesto de clasicismo que evocó el recuerdo de Ordóñez. El trincherazo con el que abrochó ese inicio lo habría firmado el mismo maestro de Ronda. Al novillo había que hacerlo poco a poco y así lo entendió el alumno de la escuela de Badajoz que dio tiempos y distancias. Al igual que al resto de sus hermanos, el contacto de las telas en la cara provocaba que el de Talavante descompusiera la embestida por lo que Olivera tuvo que pulsearle mucho para poder ligar los pases. Fue una faena de cavilar en la cara del novillo hasta encontrar soluciones que no aburriesen al novillo, ni a él. Y las encontró con lo que eso supone que le funciona bien la cabeza delante de los toros, que es algo de lo que no todos los toreros puedan presumir. Eric Olivera, en cambio sí puede hacerlo y así lo ha demostrado esta tarde y lo demostró en anteriores ciclos.

      Si algo no se le puede negar a Filipe Martinho son las ganas por agradar que trajo desde su Moita natal. A sus dos novillos los saludó de hinojos. Al primero en el tercio y al segundo en la puerta de toriles a portagayola. A los dos los banderilleó. Gesto muy de agradecer en estos tiempos en los que a la mayoría de los novilleros parece que se les ha olvidado que esta suerte también es propia de primeros espadas.

     Su primero tenía volumen de utrero en cuerpo de eral. No le importó ni eso ni la brusquedad que tuvo el de Talavante a la hora de plantearle la faena de muleta. Que inició muy vertical. Soltaba el astado la cara en cada viaje y cuando tocaba la muleta de Martinho se descomponía. La receta para poder ligarle los pases consistió en perderle pasos que era lo que el animal requería. Acertó el de Moita en el planteamiento aunque en ocasiones no le saliera del todo como quería, pero la empresa que tenía delante era muy complicada para sus pocas horas de vuelo. Enorme el esfuerzo que hizo delante del novillo ante el que no torció nunca el gesto. Lástima que no estuviera acertado con el acero.

     El quinto también soltó mucho la cara al final del viaje. Cogerle el pulso no era tarea sencilla. Pero como hiciese con el anterior, también le buscó las vueltas. A base de fe en su valor y determinación logró sacarle muletazos en una pelea de toma y daca en la que mostró esa ilusión del que quiere abrirse camino en esta profesión.

     Sergio Sánchez tiene el don del temple en sus muñecas y eso se nota en cuanto coge la muleta. Con eso se nace. Y lo ha mostrado con su lote. Le falta bagaje con el capote. Pero eso no debe preocuparle porque es algo que se adquiere con entrenamiento.

El tercero tenía los mismos defectos que los dos anteriores: salía abanto. Además se dolió en banderillas mostrando a las primeras de cambio que no estaba sobrado de bravura. Lo que podría pensarse era una dura papeleta para un novillero poco placeado no lo fue para Sánchez. De forma inteligente le dejó siempre la tela en la cara del novillo con el propósito de que no se le rajase. Cuando no lo pudo sujetar más y terminó yéndose al abrigo de las tablas le enjaretó faena por el mejor pitón, el izquierdo. Con la figura muy relajada buscó siempre los muletazos por dentro y logró momentos de mucha calidad.

      Al que cerró plaza le cogió pronto el ritmo de embestida que tenía por el pitón izquierdo y enhebró unas series de naturales en los que enganchó muy bien al novillo. Para que nadie dijese que era diferente a sus hermanos, este también descomponía su embestida si tocaba la franela, pero Sánchez no le dio opción a ello, merced a ese don del temple que posee. Una pena que con la espada ande aún tan poco puesto, porque ese es otro detalle de los que restan décimas en las puntuaciones. Pero como ocurre con lo que dije del manejo del capote, esto también se entrena. Con el temple se nace.

     Al final, Eric Olivera fue declarado triunfador. Sergio Sánchez quedó segundo que fue el puesto que ocupó su hoy compañero en la final del pasado año celebrada en Cabeza la Vaca. No es mal presagio. Como tampoco lo es que una vez más la escuela de Badajoz se anota otro triunfo. Seguro que brindaron por ello que para eso estaban en Almendralejo que es ciudad del cava.


GALERÍA GRÁFICA – FOTOS: ALFONSO PLANO