La encerrona de Rafael Cerro en su despedida como becerrista celebrada esta tarde en Zafra se salda con un tremendo éxito artístico y de trofeos.
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GALERÍA GRÁFICA de Gallardo
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AL QUITE
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GALERÍA de CUADRILLAS, de Gallardo
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OTRAS IMÁGENES de Gallardo
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Antonio Girol.-
Había un ambiente colorido, joven, en la plaza de toros de Zafra cuando la Banda Municipal atacó el pasodoble y el portón del patio de cuadrillas se abrió para dejar paso a Rafael Cerro, ataviado con un precioso terno blanco y plata, de estreno, acompañado por las cuadrillas que hoy venían a auxiliarle en su despedida de novillero sin caballos, y del tropel de compañeros y compañeras que, de paisano, partieron plaza para arroparle en un día tan especial, recibiendo el calor de las palmas de una plaza con casi tres cuartas partes de su aforo cubiertos de aficionados.
Tras el paseíllo, sonó el clarín y por chiqueros salió el primero de seis antagonistas, que luego serían siete, a los que Rafael Cerro tendría que enfrentarse. Este primer novillo, con la divisa azul celeste y oro viejo de El Freixo, tuvo el don de la suavidad y la contra de la flojera de remos, ya que cada vez que Rafael le bajaba la mano, el eral perdía las suyas. A pesar de este hándicap, el de Saucedilla supo entenderlo perfectamente sacando a relucir esa mente tan privilegiada que posee, al plantearle la faena con la suavidad que el animal requería, hasta conseguir que en la tercera tanda aquéllo cogiese vuelo y la frialdad inicial del respetable se tornase en olés sinceros. A los derechazos templados, rematados con excelsos pases de pecho, le siguieron un ramillete de naturales, dados presentando totalmente el pecho, con las punteras de las zapatillas hacia adelante, en la línea de los que el recordado y llorado Manolo Vázquez rescatase para la tauromaquia a mediados del pasado siglo. Mató de pinchazo y entera y obtuvo los dos primeros apéndices de la tarde.
El segundo llevaba el hierro de José Luis Marca, ganadero que junto a su yerno Paco Ojeda no quisieron perderse la encerrona. E imagino que ni uno, ni otro, estarán conformes con el juego de su pupilo, y si me apuran ni con el del sobrero que saltó en séptimo lugar. Pero vayamos por partes y centrémonos en el que nos acontece, el segundo de lidia ordinaria. Un animal reservón, y que ya de salida cantó lo que tenía dentro cuando pegó un arreón al subalterno que intentaba cerrarlo en tablas, tras haberse hecho fuerte en los medios. Rafael lo esperó rodillas en tierra para darle una larga cambiada en el tercio y continuar con una magistral serie de verónicas. No hubo cambio alguno en el comportamiento del eral tras los tres pares de banderillas y continuó atacando defendiéndose por medio de topetazos, buscando la manera de escaparse a tablas. |
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Rafael le tapó muy bien la salida a base de dejarle siempre la muleta puesta en la cara. No obstante, en cuanto el de Marca tuvo la más mínima oportunidad se aquerenció en tablas, y allí tuvo el novillero que hacer un tremendo esfuerzo para ir arrancándole pases sueltos a base de mucha técnica. Mató mal y aún peor anduvo con el descabello, al igual que su cuadrilla con la puntilla, llegando a escuchar dos avisos, que bien podrían haber sido tres. Silencio.
El tercero era de Píriz. Un novillo muy en la línea de los coloraos de la ganadería oliventina, pero que no terminó nunca de romper hacia adelante, resultando algo sosote y tardo en sus embestidas. A este eral lo paró Cerro por medio de lances a la verónica a pies juntos. En banderillas esperó mucho y puso en aprietos a Fernando González que tuvo que exponer una barbaridad para dejar un gran tercer par.
Abrió faena de muleta de hinojos, para posteriormente templar mucho con la muleta a media altura. Por el izquierdo se desplazaba algo más largo el animal y por ese pitón instrumentó una buena tanda de naturales, largos, cadenciosos, pero con la particularidad de no poder ligarlos por la falta de acometida de la res, que poco a poco fue acortando la arrancada hasta terminar por ponerse mirón y probón. Epilogó faena por medio de manoletinas. Mató de entera y fue galardonado con una oreja.
Regaron la plaza en el intermedio y acto seguido apareció por chiqueros un geniudo y exigente novillo de Cayetano Muñoz, al que el joven valor extremeño paró rodilla en tierra con reminiscencias ordeñistas. Quitó por saltilleras rematadas con una cordobina que calentaron al público, justo antes de que el burel sacase todo ese genio que llevaba dentro para apretar a los banderilleros que ejecutaron el segundo tercio. A pesar de la embestida rebrincada del de Cayetano, no dudó Rafael en irse a los medios para instrumentar dos pases cambiados por la espalda. |
Y justo cuando la Banda arrancaba con las notas de ‘Nerva’ sobrevino la voltereta sin consecuencias, pero que dejaba bien a las claras que el novillo era exigente, y como tal exigía un torero enfrente…y lo encontró. Cerro le planteó batalla y le extrajo una serie por el izquierdo de mucho mérito, asentando bien las plantas de las zapatillas y corriendo la mano. Finalizó la faena al abrigo de los tendidos de sol mediante una serie de ayudados de mucho gusto. Pinchó en el primer intento y luego dejó una buena estocada en lo alto. Oreja.
Hay un viejo axioma que habla de que no hay quinto malo…y hoy se ha cumplido. El de Valdeterrazo ha sido, de largo, el mejor eral de la tarde. Boyante y de gran nobleza, nos ha regalado un buen puñado de embestidas para que Rafael Cerro cincelase una egregia faena, que se inició en el recibo de capote por verónicas bajando mucho las manos seguidas del quite por delantales. Tras un emotivo brindis a Alberto, aficionado muy querido en Zafra, instrumentó unas tandas de naturales de gran belleza, de trazo largo y cadencioso de ritmo, aprovechando la boyantía del animal, que se desplazaba con gran tranco. Por el derecho también repetía lo que provocó que el novillero pudiese sacar derechazos en redondo, de suavidad extrema, que se mezclaron con los acordes del pasodoble ‘Manolete’, que compusiese nuestro paisano, el granjeño Pedro Orozco González; conformando un precioso cuadro artístico, mezcla de dos artes: el efímero de la lidia con el sempiterno de las fusas y corcheas. Mató de entera y descabello. Dos orejas para el torero, y ovación al arrastre del novillo.
En sexto lugar salió al ruedo un novillo grandón de Jandilla que se llevó por saludo un puñado de verónicas a pies juntos. Quitó el propio novillero por ajustadas chicuelinas en el centro del ruedo. Con la muleta inició la faena en redondo ante la embestida codiciosa y repetidora del ‘jandilla’ que encontró horma en la poderosa muleta de Cerro. Quién acto seguido se equivocó, desde mi punto de vista, al citar de rodillas. Rectificó y siguió, ya erguido, toreando con la diestra de forma ligada. El izquierdo no era el pitón del novillo, sin embargo Rafael lo intentó y, si bien en las primeras series los naturales salieron atropellados, a base de mucho tesón logró sacar una gran tanda. |
Quien esto escribe, antes de saber que iba a salir el sobrero de regalo, y mientras veía muletear a Cerro con la sinfonía de ‘Tercio de Quites’ como Banda Sonora de su faena, se sorprendió que ni Tomás Campos ni Tomás Angulo, sobresalientes en esta encerrona de despedida, hubiesen sido invitados a entrar en quites. Tras matar de estocada y pasear las dos orejas y el rabo supe el motivo…
Que no era otro que ese sobrero de regalo, del hierro de Marca que, con tres años y hechuras de torito en ciernes, mostró brusquedad y falta de raza al salir suelto de los lances de capote que Tomás Angulo, primero, por tafalleras, y después Tomás Campos por delantales, instrumentaron en quites. Replicados por navarras y chicuelinas de Rafael Cerro.
Volvió a elegir el pase cambiado por la espalda para iniciar la faena de muleta y a pesar de la destemplanza del animal logró extraer pases muy meritorios, producto de esa sapiencia innata que acompaña a este joven valor que aventura grandes tardes en el escalafón superior. Mató de casi entera de efecto fulminante, y paseó una vez más las dos orejas y el rabo.
Y así, con la plaza complacida, orgullosa de nuestra tauromaquia, de nuestros jóvenes toreros, nos fuimos desfilando en medio de la noche segedana que ya acechaba a través de las estrellas que habían querido sumarse al espectáculo vivido en el ruedo.
AL QUITE |
Gestos
Antonio Girol.-
Tardes como la vivida hoy en Zafra son las que uno recuerda en el futuro. Independientemente del mayor o menor número de apéndices cortados, el recuerdo fluctúa por la cantidad de gestos que se observan y que, en definitiva, son los que perduran en nuestra memoria a largo plazo.
El primero, claro está, el del novillero, que conocedor de sus habilidades toreras es capaz de enfrentarse al reto de matar en solitario seis novillos. Un gesto innecesario desde el punto de vista racional pero que dice mucho, y bien, de quien lo afronta por lo que supone.
El gesto de Cutiño y Domínguez y el Patronato de Tauromaquia de la Diputación de Badajoz de arriesgarse en esta empresa, desoyendo veladas críticas de aficionados contrarios a este tipo de gestos.
El de una afición entregada, fiel amante de la tradición taurina que acogió con una buena entrada la idea de esta encerrona y peregrinó de bastates poblaciones vecinas.
El gesto de la tele al dedicar espacio, tiempo y dinero en promocionar la fiesta, ahora que tan ayunos estamos de apoyos mediáticos.
El de los brindis a personalidades que han tenido mucho que ver en la formación de tantos toreros representados para la ocasión en la figura de Rafael Cerro, como son los casos de Valentín Cortés, Presidente de la Diputación, alma mater de la Escuela Taurina del Patronato, y de Luis Carlos Franco, Presidente del Club Taurino Extremeño, embrión de esta prolífica Escuela.
O la sensibilidad del brindis a Alberto, entrañable aficionado, especialmente querido por todos, el cual dudo pueda pegar ojo esta noche de recuerdo imperecedero en su memoria. O el que tributó a Miguel Ángel Silva, que sacrificó el puesto que merecía en esta novillada en su ciudad a cambio de permitir que se hiciese realidad el sueño de un compañero. En este brindis tuvo parte de la recompensa por su generosidad, el resto lo tendrá en el triunfo apoteósico que se vislumbra en un futuro muy próximo en este mismo y otros ruedos, tenlo por seguro Lili.
Y como remate un gesto, feo en este caso, el que protagonizó Abelardo, veterano capitalista, de rostro en blanco y negro en una ajada revista de Aplausos portando toreros entre cadenas de Puertas del Príncipe, a quien recuerdo con ojos de niño de sus tiempos de charlotadas en Cabeza la Vaca, cuando se tiraba de cabeza a los burladeros del centenario ruedo de mi querido pueblo. Y que esta tarde ha tenido el feo gesto de empujar a Carlos María, compañero de Rafael, cuando éste quería izar en hombros al amigo triunfador.
En definitiva, un tarde de gestos que se suman a una gesta, la de Rafael Cerro en su despedida de becerrista en busca de emociones más intensas con los del castoreño.
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