BALANCE de la jornada

Miguel Ángel Perera a hombros en Valencia

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Perera. (FOTO: Archivo Burladero.com)
Perera. (FOTO: Archivo Burladero.com)

Miguel Ángel Perera corta dos orejas, una y una, en la feria de Fallas tras dos faenas de mucho interés y exposición, sobre todo la segunda, a toros de la divisa de El Capea, con los hierros de San Mateo y San Pelayo.
Redacción.-

 

El balance de las actuaciones de toreros pacenses que han realizado el paseíllo hoy, viernes 18 de marzo, ha sido el siguiente:

CORRIDA DE TOROS:

  • Valencia. Lleno. Cuatro toros de San Mateo (1º, 2º, 4º y 6º, devuelto), y dos de San Pelayo (3º y 5º) buenos, y uno de Zalduendo (6º, lidiado como sobrero) complicado. El Cid, oreja y oreja. Perera, oreja y oreja tras aviso. Cayetano, silencio y división de opiniones.

Según crónica de los compañeros de burladero.com sobre la actuación de Miguel Ángel Perera esta tarde en Valencia: «Fue esta la faena más emocionante de la tarde, la de más mérito. Faena de firmeza y de tragar o de hule. El toro medía, incluso desparramó la vista en varias ocasiones, y nunca acabó de ir metido en la muleta con claridad. Embistió con poco recorrido y sin humillar, pero poco pareció importarle a Perera, que se a adueñó de todos los terrenos hasta pegarse un arrimón de órdago, dejando que las puntas le rozasen el vestido, lo que puso a la gente en pie. No estuvo fino con el estoque, y lo que iba para doble trofeo quedó en una oreja».

«Antes había puesto en práctica la ley del mínimo movimiento, tanto en un quite por saltilleras como en la faena al segundo, en la que se clavó a la arena como una estaca e impávido se dejó pasar al toro a milímetros de su taleguilla una y otra vez. Mandaba con los brazos, toreaba con la cintura, con seguridad, con autoridad. Y el toreo surgió cadencioso, acompasado, hasta que el extremeño decidió acortar distancias para meterse entre los pitones en un alarde de inequívoco valor. Ya lo había advertido el quite por tafalleras, más ajustado imposible. Pero también en esta ocasión había pinchado, y el premio, de igual manera, había quedado en una oreja».