HIGUERA LA REAL - Novillada con picadores

Sobreponerse a los elementos

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La espada impidó a Tulio Salguero salir en hombros junto a Emilio Martín y Ginés Marín que cortaron cuatro y dos orejas, respectivamente, por una de su compañero. Los novillo de Carriquiri, a excepción del primero, resultaron exigentes.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado novillos de Carriquiri, bien presentados a excepción del tercero. De buen juego el primero. El resto con más complicaciones.

ESPADAS:

– Emilio Martín (ciruela y oro), dos orejas y dos orejas.
– Tulio Salguero (sangre de toro y azabache), ovación con saludos y oreja.
– Ginés Marín (verde botella y oro), ovación con saludos y dos orejas.


INCIDENCIAS: Menos de media entrada de aforo en tarde tormentosa. Llovió durante la lidia del segundo y el sexto. En menor medida en el tercero.

La espada privó a Tulio Salguero a la hora de acompañar a Ginés Marín y Emilio Martín en la salida a hombros. (FOTO: Gallardo)

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Antonio Girol.-

Ni las nubes que amenazaban tormenta, ni los posteriores relámpagos o la molesta lluvia, ni el hándicap que supone la escasez de aficionados en los tendidos, ni tan siquiera las complicaciones que han presentado algunos de los novillos de Carriquiri han podido con las ganas y la ilusión de los tres novilleros que hacían esta tarde el paseíllo en el coso de Higuera la Real.

Abría cartel Emilio Martín, en la que era su segunda comparecencia de la temporada. Los hados del toreo movieron los dedos oportunamente para que sortease el mejor novillo del encierro. Un ejemplar que haciendo honor a su nombre (Doctor) fue mano de santo para Emilio Martín. De salida colocó perfectamente la cara y permitió al novillero de Oliva de la Frontera poder relajarse en los lances de recibo. Tulio Salguero le hizo un quite, al que respondió su compañero. Jesús Márquez y Antonio Vázquez completaron un gran segundo tercio. Hasta el punto de saludar montera en mano.

Decido, Martín se fue a los medios y comenzó con una serie de ayudados por alto. A la que siguió otra con la mano derecha. El animal que era pronto y bravo permitía al joven olivero poder gustarse en los muletazos que ligaba. Al cambiar de mano la faena decreció en intensidad. Y es que curiosamente toda la novillada ha sido de un solo pitón. En unos el derecho y en otros el izquierdo, las embestidas francas solo llegaban por uno de los dos lados. En este caso, el bueno fue el diestro. Tras intentar ligar infructuosamente los naturales en dos tandas, tuvo que retornó al toreo en redondo. Sin embargo, el utrero había perdido fuelle y se quedaba más corto.


«…Si los espadazos decían los clásicos que valían una oreja, se entiende que fuera premiado con dos apéndices…»


Como se ha impuesto la moda de hacer faenas eternas. No por el recuerdo que dejan en la memoria sino por el metraje de tiempo, en lugar de optar por ir a por la espada prefirió acortar distancias y buscar el efectismo de los circulares, alargando su labor hasta el punto de escuchar un aviso cuando se disponía a cuadrar a su antagonista, al que atronó de una estocada sin puntilla. Si los espadazos decían los clásicos que valían una oreja, se entiende que fuera premiado con dos apéndices.

 

El cuarto era un torito de Núñez. Muy en el tipo de la casa. De salida ya mostró sus cartas: se frenó y punteó el capote. Señal inequívoca de que no iba a ser la negra seda que fue su hermano anterior.  En banderillas apretó hacia los adentros, por si aún había alguien que dudase de cuales iban a ser sus intenciones.

Emilio se dobló por bajo en los inicios. Para de este modo intentar doblegar a la res que ni por esas entregó la cuchara.  Muchas eran las teclas que había que tocarle al de Carriquiri. Aun así la voluntad del torero se impuso a su falta de rodaje. De ese modo pudo extraer algunos pasajes más que meritorios a los que adornó con una dosis de toreo de corte más populista, para no dejarse nada en el esportón y demostrar que por actitud y ganas nadie podría poner ningún pero a su labor.

Volvió a tirarse como un jabato en el morrillo del animal para enterrar la espada entera. En esta ocasión tendida y algo caída que precisó de un certero golpe de cruceta. Si en el anterior la estocada tenía valor de oreja, esta vez no fue así. Con lo que la segunda se la podía haber ahorrado el presidente. Es más, pensé que no la iba a conceder. Pero al final le pudo la presión.

Tulio Salguero reaparecía tras la fuerte cornada que sufriese en fechas recientes en Valverde de Leganés. En alguna que otra ocasión me ha dado la impresión de que sus facultades físicas no estaban al cien por cien. Sin embargo sus cualidades son inmejorables para la estética del toreo y gracias a ello ha solventado perfectamente en la cara del toro.

En su primero tuvo además el inconveniente de que empezase a llover. Con lo que ello enfría en el público que está más pendiente de resguardarse o sacar los paraguas. A pesar de ello logró que le prestasen atención principalmente por los sensacionales naturales que administró al colorado ‘Peladito’, que demostró tener un pitón izquierdo de dulce. No así el derecho. De ahí que Salguero optase desde el inicio por echarse la muleta a la zocata y de esa manera barrer el albero acariciando las embestidas de su antagonista. Tanto en esa serie como en la que siguió a la que tuvo que interrumpir con la diestra fueron un canto al toreo al natural. Lástima que pinchase en dos ocasiones porque su labor merecía más premio que la ovación que saludó desde el tercio.

«…Tanto en esa serie como en la que siguió a la que tuvo que interrumpir con la diestra fueron un canto al toreo al natural…»


 

El quinto tenía mucho motor. Tal vez excesivo para las mermadas facultades físicas de Tulio. A pesar de ello fue capaz de plantearle faena a base de técnica para ir amoldando el ímpetu de las embestidas a lo que él proponía con su muleta.  Como ya he dicho, los novillos de esta tarde eran de un único pitón. Y en esta ocasión el bueno no era el izquierdo. Con lo que nos impidió volver a deleitarnos con el toreo natural de Salguero. Volvió a pinchar antes de dejar media que hizo pupa. Paseó una oreja.

Feo y más chico fue el tercero que nada más salir por chiqueros hizo un amago de lo que luego repetiría durante la lidia. Complicado. Midió a Ginés Marín en todo momento. El cual a base de disposición y valor le fue sacando muletazos a expensas de estar en más de una ocasión vendido ante los pitones. No se arredró en ningún momento y al hilo de las tablas buscó calentar al público a base de exposición y arriesgando en demasía dada la nula valía de su antagonista. Mató de media que precisó del verduguillo. Fue ovacionado con lo que me quedó la sensación de que hizo un esfuerzo en vano, ya que la mayoría del público o no le prestó atención más pendiente de si llegaba o se iba el nublado, o bien no se enteró de lo que había ocurrido en el ruedo. Lo que sería aún más triste.


«…sí de las que más le va a valer en esta temporada de su debut con picadores por el mérito que tuvo a la hora de doblegar a su antagonista a base de poderle y someterle…»


En el sexto sí que le prestaron atención. Imagino que por mor de la espeluznante voltereta que se llevó cuando intentaba hacer un quite. Afortunadamente quedó en nada pero las consecuencias podrían haber sido fatales.  El novillo se había hecho amo y señor de la situación tras derribar de su cabalgadura a Guillermo Marín. Para más inri empezó  a llover con intensidad. Y en medio del caos que estaba siendo la lidia sobrevino la citada voltereta.

 

Crudo llegó el astado a la muleta de Ginés, que se dobló con él para mostrarle quién mandaba de verdad. Y lo logró con creces porque rápidamente bajó los humos al de Carriquiri, que terminó por defenderse más que por embestir. El novillero de Villanueva del Fresno le pudo en todo momento a base de firmeza, dejando la sensación en el público de que en aquella pelea había resultado vencedor. Es verdad que no ha sido la faena soñada. Pero sí de las que más le va a valer en esta temporada de su debut con picadores por el mérito que tuvo a la hora de doblegar a su antagonista a base de poderle y someterle. Mató de entera en buen sitio y fue premiado en justicia con dos orejas.


GALERÍA GRÁFICA (GALLARDO)

Paseíllo con amenaza de tormenta

Emilio Martín

Emilio Martín

Emilio Martín

Emilio Martín

Emilio Martín

Tulio Salguero Tulio Salguero Tulio Salguero
Tulio Salguero Tulio Salguero

Ginés Marín

Ginés Marín Ginés Marín Ginés Marín
Ginés Marín Ginés Marín y Emilio Martín, a hombros

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Manuel Izquierdo

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El Bache

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