Tomás Angulo y Paco Ruiz

La lealtad por encima de todo, y de todos

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Tomás Angulo y Paco Ruiz en Las Ventas (FOTO: Francisco J. Campos)
Tomás Angulo y Paco Ruiz en Las Ventas (FOTO: Francisco J. Campos)

«…el apellido Angulo se ha ido haciendo fuerte a base de firmeza salpimentada del más genuino arte innato que envuelve su ideario. Y junto a él, siempre Paco. Eternamente Paquito con su voluntad de hierro, inquebrantable, que servía de espejo en el que mirarse para superarse día a día y por si alguna vez flaqueaban las fuerzas…»

Antonio Girol.-

Quienes les conocieron en vida aseguran que el vínculo que unía a Pepe Camará con Manolete iba más allá de la mera relación de apoderado y poderdante. Cuentan que uno era para el otro como ese padre que casi no llegó el hijo a conocer. Solo desde ese lazo se puede entender que Camará defendiese los intereses de Manuel como si fuesen propios. Naciendo de ese modo la figura del apoderado moderno.

A lo largo de la historia del toreo ha habido otros casos de fidelidad férrea entre quienes se juegan los muslos y quienes les defienden en los despachos. Ahí están los ejemplos de Tomás Redondo y el llorado José Cubero ‘Yiyo’ o Enrique Martín Arranz y Joselito.

Por eso cuando veo a Paco Ruiz y Tomás Angulo, que llevan siendo ‘un todo’ prácticamente desde que el de Llerena comenzase su andadura en la Escuela Taurina de Badajoz, a la fuerza se me vienen a la cabeza imágenes de esos tándem que he mencionado unos renglones más arriba. Todos ellos con un denominador común: la lealtad por encima de todo, y de todos.

Solo desde una fraternidad tan firme se puede entender que ambos continúen de la mano a pesar de las muchas zancadillas que llevan sorteadas y tantos sin sabores que han tenido que paladear en este tiempo. Sin embargo, esa fidelidad tan consistente les ha hecho a su vez gozar aún más de los triunfos, porque son conscientes de que ha sido producto de su hermandad.

El deambular de Angulo por el escalafón de novilleros con caballos no ha sido para nada fácil. Al poco de debutar en Olivenza comprendió que las promesas en el toreo casi nunca son ciertas. Más bien todo lo contrario. El engaño no es solo con un trapo al toro. Esa quizás sea la más noble de todas las farsas. El de las personas en cambio es el más vil. Palabra que curiosamente se escribe con uve.

.»..El engaño no es solo con un trapo al toro. Esa quizás sea la más noble de todas las farsas…»


Les tocaba, y lo escribo en plural, bogar por las procelosas aguas de las novilladas duras. No había otro camino. Aquellas que para nada casaban con su corte torero. De ahí que junto a su inseparable Paquito recorriesen kilómetros para ver de frente la otra realidad. O mejor dicho, la verdadera cara de una fiesta que tras el maquillaje con que se adorna muestra su verdadero yo descarnado y feo.

Sevilla, ganándose repeticiones a paso de vueltas al ruedo, Madrid, ídem de ídem, Arnedo o Francia han sido bastiones en los que el apellido Angulo se ha ido haciendo fuerte a base de firmeza salpimentada del más genuino arte innato que envuelve su ideario. Y junto a él, siempre Paco. Eternamente Paquito con su voluntad de hierro, inquebrantable, que servía de espejo en el que mirarse para superarse día a día y por si alguna vez flaqueaban las fuerzas.

Así jornada tras jornada. Paco alimentaba a Tomás y Tomás a Paco. Porque en el fondo ambos eran, ambos son, un solo ser unido por el cordón umbilical de una confraternidad que excede del eufemístico apretón de manos que la mayoría de las veces dura, como diría Sabina, lo que dos peces de hielo en un whisky on the rocks.

Ahora les llega el momento más deseado: el doctorado. Alternativa peleada, nunca mejor dicho, con uñas y dientes. No solo en los ruedos sino también en los despachos. Porque si Tomás ha dado la cara en la plaza no menos se puede decir de Paco defendiendo a su torero con sangre, hasta la última gota de sudor y más de una lágrima. Sin importarle lo más mínimo que quien estuviese al otro lado de la mesa fuese más o menos poderoso. Parando incluso el tiempo si era necesario.

Nadie dijo que sería fácil. Es cierto. Pero tampoco les dijeron que sería tan difícil, que encontrarían tantas trabas, tantos escalones que saltar para llegar arriba. Sin embargo con voluntad y dosis extra de esfuerzo han logrado que el día 16 de agosto, Almendralejo, la ciudad de Paco y casi podría decirse que la de Tomás, sea escenario en el que cumplir su sueño. El de un tándem que por derecho propio merece estar a la altura de aquellos otros que entraron en esa historia a la que ellos buscan acceder por derecho propio. ¡Suerte!