El presidente de Bilbao maltrata a Garrido

La insensatez de Matías no puede tapar la realidad

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El desatino de un tipo que se cree por encima del resto no puede tapar la enorme actuación de Garrido en Bilbao. En una tarde que se puso cuesta arriba desde que arrancó el paseíllo entre pitos. En una tarde en la que tuvo que tirar para adelante cuando su compañero se indispuso y no pudo continuar con su labor en el ruedo lo que obligó a que él tuviese que pechar con los cuatro toros que quedaban en chiqueros. Una tarde en la que todo Bilbao, y lo que no es Bilbao, pudo apreciar su enorme toreo verdadero, sin alharacas ni imposturas. En una tarde en la que su mano izquierda bordó el toreo al natural. En una tarde en la que se jugó la vida a carta cabal. En una tarde en la que toda la plaza quedó prendada de su gesta. Todos menos uno, el que se supone debería ser el mejor aficionado por el sitio que ocupa. Lástima que en ese lugar se siente un déspota…