OLIVENZA - 2ª de feria

Cuando la honradez se viste de luces

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Juan José Padilla
Juan José Padilla

El tiempo volvió a erigirse en protagonista de esta feria de Olivenza. En medio de un torrencial aguacero Juan José Padilla, José Garrido y Luis David, que resultó corneado al matar al tercero, mostraron una tremenda honradez profesional al tirar para adelante con una corrida que dio juego y con la que pudieron hicieron disfrutar a los valientes que aguantaron impertérritos en los escaños del coso oliventino a pesar de la tromba de agua.


OLIVENZA – Corrida de toros.

TOROS: Se han lidiado toros de El Tajo y La Reina, propiedad del maestro José Miguel Arroyo ‘Joselito’, bien presentados y de buen juego en conjunto. Siendo el primero el más descastado.

TOREROS:
Juan José Padilla (de celeste y oro), silencio, oreja y dos orejas en el que de Luis David.
José Garrido (de obispo y oro), ovación con saludos y oreja.
Luis David (de canela y oro), oreja en el único que mató.

INCIDENCIAS: Rozando los tres cuartos de aforo en mañana de lluvia intensa. Luis David resultó corneado al entrar a matar con el siguiente parte médico: «Durante la lidia del tercer toro del festejo ha ingresado en la enfermería de la plaza de toros de Olivenza el diestro Luis David Adame que ha sido intervenido de una cornada en la axila izquierda de trayectoria ascedente de unos 7 centímetros que en principio no parece afectar paquete vasculo nervioso. Pulsos periféricos conservados. Exploración neuorologica normal. Movilidad conservada con dolor. Intervenido con anestesia local. Pronóstico grave».


Antonio Girol.-

       Si ayer les hablaba de la Grande y Felicísima Armada que fracasó por culpa de los elementos ante las costas británicas, hoy es el Almirante Blas de Lezo quien se viene a mi memoria al ver a Padilla con su parche en el ojo, al igual que el que en su día lució el inigualable y valiente marino español en sus constantes triunfos ante los piratas de la pérfida Albión. Porque el arrojo, la honradez y el valor seco que demostró el jerezano en su despedida del ruedo en el que volvió a nacer a la tauromaquia allá por 2012 bien merecen el paralelismo. Pero no solo Padilla también José Garrido, emulando al virrey Sebastián de Eslava, al que solo el mal uso del acero le privó de la gloria de la puerta grande; y de Luis David Adame, heredero de aquellos hijos de las Indias que junto a los españoles defendían con ardor guerrero su territorio de los ataques de Vermon y sus secuaces, herido por tirarse a matar como lo hacen los valientes: de frente y por derecho.

       Los tres han dado una lección de honradez y afición que el público fiel, y ante todo aficionado porque hay que serlo, y mucho, para sentarse en un tendido con este tiempo, supo corresponder aguantando como jabatos en sus asientos en medio de un torrencial aguacero. El mismo que sufrían los toreros, tanto de oro como de plata, jugándose la vida en el lodazal que se fue convirtiendo el mimado albero oliventino que hasta el quinto toro dio muestras del buen tratamiento al que había sido sometido por el personal de plaza. A quienes desde aquí felicito por su abnegada labor. También ellos son figuras en lo suyo.

       Se fue Padilla en hombros. Un momento antes se había ido Garrido andando por la puerta de cuadrillas. Mereció mayor recompensa a su esfuerzo que la de la oreja cortada en el quinto. Otra vez el acero, como otras tantas le ocurriese la temporada pasada, malogró el corte de trofeos, que no el triunfo. Porque José estuvo cumbre en sus dos toros.

Les decía que Juan José Padilla se fue en volandas. Y lo consiguió, sobre todo, por la muestra de honradez y afición que demostró durante toda la mañana. Especialmente en el sexto. Toro que tuvo que lidiar porque Luis David se encontraba en la sala de operaciones de la enfermería. A donde había sido llevado tras acabar con su antagonista que le propinó una cornada en la axila cuando ejecutó el volapié.

En ese sexto toro, en medio de la lluvia, Padilla logró encandilar al respetable en una muestra de arrojo y también, por qué no decirlo, de maestría ya que supo aguantar al animal en pie a base de suavidad. Especialmente al natural. Meritoria actuación a la que puso emoción al final ganándose al público en un alarde de valentía rematada con los desplantes. Antes, ya había cortado un trofeo del jabonero que hizo cuarto. Al que acarició en el inicio de faena por ayudados por alto y por bajo, especialmente pintureros estos últimos. Se quedaba corto el ejemplar de Joselito y Padilla lo fue haciendo poco a poco a base de perderle pasos para ligar los naturales. Su primero resultó el garbanzo negro del buen encierro que mandó el maestro madrileño desde su finca de San Juan de Piedrasalbas. Un toro que duró muy poco y ante el que solo pudo mostrar su compromiso con los aficionados que empezaba a empaparse.

Quienes venimos viendo a José Garrido desde sus tiempos de sin caballos coincidimos en decir que tiene una mente privilegiada para la tauromaquia. Sabe perfectamente de terrenos y distancias. Y maneja perfectamente los tiempos. Así lo volvió a demostrar esta mañana en sus dos toros. Su primero mostró un punto de brusquedad en banderillas. Lo vio perfectamente el de Badajoz por lo que comenzó su labor muleteril por bajo con doblones para acto seguido, una vez sometido, darle una ración de suavidad no exenta de mando. Y de esa manea ahormarlo en series en redondo rematadas con excelentes pases de pecho. Una pena que se atascara con el descabello.

La faena al quinto hay que medirla también teniendo en cuenta el piso de plaza que a partir de ese toro empeoró una barbaridad. Una vez más Garrido puso la mente a funcionar e inició el último tercio en los medios, lugar en el que había quitado por gaoneras. Consciente de que si apretaba al animal, este perdería las manos por lo resbaladizo del terreno le dio distancia y aprovechó la inercia de las embestidas para embarcar al astado al natural en series muy templadas y suaves. Conseguido lo difícil que era torear bien en un escenario tan complicado para después jugarse el todo por el todo en las series con la diestra que ejecutó de rodillas y que caldearon el ambiente. Al igual que las luquesinas que sirvieron de epílogo en medio del aguacero. Se resbaló al entrar por segunda vez a matar y la mala colocación del acero puso en jaque la concesión del segundo trofeo que voló de sus manos.

Luis David solo pudo despachar a un toro. El que le propinó la cornada en la axila al tiempo de rubricar una faena en la que mostró una tauromaquia muy personal. En especial en el inicio por ayudados sin enmendar la plana y en los muletazos de trazo largo con los que fue hilvanando su labor sobre la mano derecha. Lástima que el de Joselito durase tan poco porque impidió que pudiésemos seguir disfrutando de ese toreo largo en detrimento del de cercanías por el que tuvo que optar para dar sentido a una labor que redondeó con un soberano volapié que le reportó una cornada de la que tuvo que ser intervenido sin que pudiese salir a rematar su actuación en el sexto.


GALERÍA GRÁFICA. FOTOS: GALLARDO

IMÁGENES DE LA COGIDA DE LUIS DAVID. FOTOS: GALLARDO

OTRAS IMÁGENES. FOTOS: GALLARDO