OLIVENZA - 4ª de feria

Con oficio se hacen cestos

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La terna a hombros

La maestría de Enrique Ponce y Antonio Ferrera junto a la efervescencia de Roca Rey hicieron posible que en la matinal del domingo se concedieran ocho orejas de un encierro desigual en juego y presentación de Victoriano del Río en el primer festejo de toda la feria en el que lució el sol


OLIVENZA – Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de Victoriano del Río, desiguales de presentación y juego. El 4º fue muy protestado por inválido. El 2º ovacionado al arrastre.

TOREROS:
Enrique Ponce (de grana y oro), oreja y dos orejas.
Antonio Ferrera (de fucsia y oro), dos orejas y oreja.
Roca Rey (de purísima y oro), oreja y oreja.

INCIDENCIAS: Casi lleno. Cielo despejado hasta el sexto en que cayeron algunas gotas. Temperatura fría. Al romperse el paseíllo el público tributó una ovación a la terna que correspondió con saludo desde el tercio.


Antonio Girol.-

       Como la cosa este año va de reyes esta mañana tocaba Fernando VII por aquello de que así se las ponían al para unos “Deseado” y para otros “Rey Felón”. Me refiero en este caso a la corrida de Victoriano del Río, desigual de presentación, con tres toros muy anovillados. En especial el cuarto, que además fue muy protestado por inválido. Pero como enfrente tuvo a Enrique Ponce las lanzas de las protestas terminaron volviéndose cañas. Y los que estaban agitados pidiendo la devolución terminaron hipnotizados con el pendular de la muleta del valenciano que una vez más hizo buena esa máxima de que le vale todo aquello que cae en sus manos. Principalmente porque sabe como pocos cuidar a los animales como consecuencia del gran temple que atesora y las suaves maneras en que lo ejecuta. Para muestra sus dos faenas de esta mañana.

       Al primero, que andaba justo de fuerzas, lo aguantó en la muleta para que durase mucho más de lo que aventuraba el animal tras salir del encuentro con el caballo de picar. Y al cuarto, que como ya se dijo fue muy protestado, lo cuidó con habilidad a media altura sin apretarle en ningún momento hasta el punto de que terminó por embelesar a la parroquia que quedó del todo extasiadas con las poncinas finales. Vive Dios que hubo un momento en que pensé que alguno de aquellos que antes chillaban y ahora sonreían encantados con el cuadro escénico fuese capaz de pedir el indulto. Otra cosa hubiese estado más lejos.

       Antonio Ferrera acudió a cumplir con el primero de sus dos compromisos de hoy, ya que esta tarde actuará en mano a mano con Ginés Marín sustituyendo a El Juli. No puso banderillas el de Villafranco en ninguno de sus dos toros. Le alabo el gusto porque no siempre tiene por qué hacerlo y además lleva una cuadrilla lo suficientemente solvente para que cumplan con el tercio. Tomó bien su primero los vuelos de la muleta y se rebosó en las embestidas. Especialmente por el pitón derecho por donde Antonio ofreció un compendio de toreo de muñecas relajadas. Cuando el de Victoriano perdió fuelle se metió en su jurisdicción mostrando que también domina a la perfección ese registro. Tan de frente se tiró a matar que salió trompicado.

       El quinto soltaba la cara en los lances de capa. Defecto que le corrigió Ferrera con la muleta a base de llevarlo siempre muy tapado y encelado con la voz. Toreó el diestro pacense a este toro muy para él. Tal vez por eso no acabó la faena de coger vuelo en los tendidos hasta que mandó callar la música y se metió entre los pitones. Ahí sí, ahí ya el público estuvo con el torero y la ovación brotó con arrebato.

       Me gustó más Roca Rey en el sexto que en el tercero. Siendo aquel más difícil que este. Puede que por eso y porque el peruano es torero de exposición lo supo entender mejor. Inició la faena de muleta de rodillas justo en el momento en que una nube de las que nos han acompañado toda la feria se hizo presente. Captó así la atención el joven espada para luego enroscarse al de Victoriano del Río en ligados circulares.

       En el tercero lo vi más intermitente. No acabó de cogerle el aire al astado. El sí pudo ser cogido, y por culpa precisamente del aire, al quedar descubierto en un pase con la derecha. Afortunadamente solo fue un susto.  En los compases más lúcidos de su actuación siempre buscó torear por debajo de la pala del pitón de su antagonista. Lo que es de agradecer porque ese es el camino del toreo bueno.


GALERÍA GRÁFICA. FOTOS: GALLARDO

OTRAS IMÁGENES. FOTOS: GALLARDO