José Casillas Suárez

Cerro de San Albín de Mérida, 105 aniversario

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«…En la Plaza de Toros Monumental del Cerro San Albín o Plaza de Toros de Mérida, se han celebrado durante su primer centenario (s.e.u.o.) 203 corridas de toros; 79 novilladas con picadores; más, un número aproximado de 67 becerradas. Las décadas registradas como de mayor actividad fueron: 1960/69, 1970/79 y 1980/89…»

José Casillas Suárez.-

       Recién iniciada la década 1900 llenó de entusiasmo a los emeritenses conocer que un grupo de seis conciudadanos se proponen realizar un proyecto que tiene por objeto edificar una moderna plaza de toros, un coso de buena fábrica y dignas proporciones arquitectónicas ajustadas al rango urbano que la ciudad viene ofreciendo merced a su continuado crecimiento demográfico.

      El grupo promotor formado por: Antonio Pacheco y Lerdo de Tejada, José Ferriz Milán, Juan Macías Rodríguez, Miguel Galán Ledo, Fidel Macías Bruñuela y   Lorenzo Gisbert Riduanza debía conocer muy bien el aspecto socioeconómico publicado en la “Memoria” que dispone el Excmo. Ayuntamiento de Mérida desde el 26 de agosto de 1902, cuyo contenido transcribo:“La población de hecho asciende a 12.573 almas, según el censo del año 1900; Mérida está colocada en punto estratégico de Extremadura que la hace estar próxima de sus ciudades más importantes, pudiéndose ir y volver a casi todas ellas en el mismo día; Las comunicaciones que hoy cuenta la Ciudad son innumerables y están contribuyendo no poco al creciente desarrollo de la población, su industria y su comercio; Cuenta con estación férrea de primer orden, intermedia en la red general de Madrid a Badajoz y punto de partida de las líneas de Mérida a Tocina y a Cáceres”

       Los promotores comparecen el día 30 de diciembre de 1902 ante el Notario de Mérida don José María Delgado y Merino para otorgar escritura pública de una sociedad anónima que han constituido bajo la denominación social de “La Taurina Extremeña”. En la misma comparecencia los otorgantes aprueban los Estatutos que han de regir la vida social. “La Sociedad se funda por tiempo indeterminado y tiene por objeto construir en esta Ciudad una plaza de toros duradera con el fin de celebrar corridas de toros y toda clase de espectáculos propios de estos circos, fijándose el domicilio social en Mérida” (Artículos 1º, 2º, 3º).

       La Junta Administrativa queda constituida de la forma siguiente: presidente, Miguel Galán Ledo; Tesorero, Juan Macías Rodríguez; secretario, Felipe Macías Bruñuela. El proyecto y dirección de obra se encarga al arquitecto de Badajoz Ventura Vaca Parrilla, y la edificación al contratista emeritense Manuel Vázquez Moreno que realiza a buen ritmo las operaciones de explanación del terreno para dar comienzo seguidamente, el mismo año de 1902, los trabajos consistentes en sacar de cimientos el edificio.

       Durante el año 1904 se produce una larga paralización de obras cuando la edificación había avanzado hasta la altura de la primera planta. En 1912 se reanuda la construcción estando formada la nueva Junta Administrativa por Juan Macias Rodríguez, presidente; José Fontán, tesorero; y Manuel Olea, secretario.  Animoso y eficiente grupo apoyado con nuevos recursos financieros procedentes de familias de diversos estamentos sociales de la ciudad que tiraron de sus ahorros para conseguir rematar el inacabado edificio monumental.  Este hecho debe quedar como ejemplar acto de aquiescencia ciudadana impulsado por el afán de la población emeritense en contribuir a su mejor desarrollo urbano, a la vez de disponer de una de las mejores Plazas de Toros de la región donde comparecerán toreros de la mayor relevancia en el “planeta taurino” y las más destacadas divisas del campo bravo extremeño y otras regiones, además de Portugal.

       La “Taurina Extremeña, S.A.” erigida como empresa organizadora de las primeras corridas, monta la inaugural para el domingo día 5 de julio de 1914. Cartel de tronío: 6 toros de doña Celsa Fontfrede, viuda de don Fernando de la Concha y Sierra, para Rafael Gómez “El Gallo”; Castor Ibarra “Cocherito de Bilbao” y Francisco Posada. Ante la imposibilidad de comparecer los dos primeros -”Cocherito” convalece de una intervención quirúrgica, y Rafael se restablece de la grave cornada que le infligió un toro de Moreno Santamaría el día 14 de julio en Algeciras cuando alternaba con su hermano “Joselito” y Diego Rodas- Se rehace el cartel sustituyendo a los heridos por Tomás Alarcón “Mazzantinito y Rodolfo Gaona.

       De extraordinario acontecimiento social estuvo considerada la corrida inaugural de la Plaza de Toros Monumental del Cerro San Albín aquel primer domingo del mes de julio de 1914; Calor, mucho calor, se mitiga con buenos tragos de agua fresquita recién sacada del aledaño pozo de la “Comunidad de Labradores” siendo ofrecida a bajo costo en el tradicional botijo colorado oriundo de Salvatierra de los Barros; También se pregonan las fresquitas y populares gaseosas de “La Camerana”; Ambos elementos resultan eficaces para combatir el calor, sin olvidar la castiza bota con su generosa mezcla medianamente fresca de buen caldo de la tierra y limonada cuya ingestión aporta el punto ideal de estímulo gozoso al sano espíritu festivo que la afición viven durante el transcurso de la corrida, en ocasiones compartido con el diestro triunfador en su vuelta al anillo.

       Mención especial merece la participación de la mujer emeritense en tan emotivo acontecimiento asistiendo a la corrida con gran entusiasmo de aficionada manifestando su natural elegancia. Notoria presencia de las que aparecen engalanadas con la tradicional mantilla española, reconocida prenda de acusado estilo y sutileza que hoy continúa siendo un complemento de uso casi exclusivo en determinados acontecimientos como la fiesta de los toros.

       Protagonistas de la tarde: seis “concha y sierra” que han de saltar al ruedo mostrando en el rito de la corrida su instinto de lucha hasta llegar a la entrega sacrificial o bien conseguir indulto; La primacía en salir al ruedo corresponderá    al que lleva por nombre “Pies de Plata”, que ha de pasar a la historia por ser el primero de sus congéneres en pisar albero en la novísima Plaza. Tres toreros ejecutantes participan en éste ritual: Entre ellos el azar ha de elegir a Tomás Alarcón “Mazzantinito” para afrontar el drama de la cogida con el tributo de su propia sangre; Explicará el diestro su cogida diciendo: “toreaba con mucho viento, y que éste me descubrió, dándome entonces el toro la cornada”

       La Plaza de Toros de Mérida o “Monumental del Cerro San Albín”, comienza su andadura durante la mitad de la década 1910-1920, época que se conoce como “edad de oro del toreo moderno” estando especialmente protagonizada por dos toreros sorprendentes: José Gómez “Gallito” y Juan Belmonte. Rivalizan entre ellos durante los primeros tiempos para llegar después a enriquecer cada cual las técnicas personales aplicadas en el ejercicio de su ya brillante toreo: José aprendiendo el temple de Juan, y Juan el dominio de José. Situación de dos grandísimos toreros que acabaría tristemente la tarde del 16 de mayo de 1920 en Talavera de la Reina tras la cogida mortal de José Gómez “Gallito” por el toro “Bailaor”.

       La Consejería de Educación y Cultura se pronuncia: “Mediante Resolución de 11 de diciembre de 2014, incoa expediente de declaración de Bien de Interés Cultural a favor de la Plaza de Toros del Cerro de San Albín de Mérida, en la categoría de Monumento, para el reconocimiento y protección de este elemento del patrimonio cultural extremeño”

       El párrafo segundo del texto incoado ha de manifestar: “tal y como se deduce de los informes emitidos por los servicios técnicos de la Dirección General de Patrimonio Cultural, la plaza de toros del Cerro de San Albín es un edificio relevante cuyos valores justifican la incoación, pues es una obra arquitectónica singular, fruto del esfuerzo de la sociedad emeritense en un momento crucial en la historia reciente de la ciudad, y ha sido trazada por uno de los arquitectos más prolíficos de Extremadura de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, como es Ventura Vaca”.

       En la Plaza de Toros Monumental del Cerro San Albín o Plaza de Toros de Mérida, se han celebrado durante su primer centenario (s.e.u o.) 203 corridas de toros; 79 novilladas con picadores; más, un número aproximado de 67 becerradas. Las décadas registradas como de mayor actividad fueron: 1960/69, 1970/79 y 1980/89; Es de justo reconocimiento a la persona del gestor que durante esos treinta años llevó a cabo la meritoria organización de 89 corridas de toros;  48 novilladas picadas; más unas  23 becerradas; cifras que totalizan 160 festejos:  Su nombre, Raúl Recuero López, que perdura en el recuerdo de la afición emeritense   guardando su memoria con el mayor respeto y gratitud.

       No podemos silenciar el paso por San Albín de Manuel Rodríguez “Manolete”, el torero más representativo de su tiempo. Hizo su presentación en la Monumental de San Albín a los dos años de su doctorado. Actuó en cuatro tardes, todas en día tres de septiembre de los años 1941/42/43/44, no vino el 45 y 46; Estuvo en cartel para la corrida del día 3 de septiembre de 1947 pero, unos días antes, el 29 de agosto en Linares perdió la vida a causa de la cogida del toro “Islero”.

       La resolución incoada que venimos refiriendo, en su Anexo I afirma: “Durante las dos últimas décadas, la Plaza ha sido un inmueble infrautilizado, pues apenas se celebran uno o dos festejos taurinos anuales. . .”   Al cabo de un lustro no hemos visto mejoría alguna en cuanto a la utilización de la Plaza respecto al escaso número de festejos taurinos se refiere. ¿Hasta cuándo durará esta anómala situación?  ¿Se hace algo por superarla?

       En la mañana del día 5 de Julio de 2019, desperté de una ensoñación quimérica, imaginé para esa tarde un cartel anunciando una corrida goyesca en conmemoración del 105 aniversario de la Plaza de Toros Monumental del Cerro de San Albín, y no fue esto solo, también continuaron mis placenteros sueños taurófilos ofreciéndome la programación para el resto de temporada: tres corridas de toros y dos novilladas picadas, ¡Qué cosas!  Aunque al despertar era consciente de que esos festejos no pasaban de ser fruto de una simple fantasía, no pude reprimir el banal deseo de subir a mi terraza y, desde allí, contemplando la bonita portada principal tripartita, observar cómo de entre sus merlones centrales surgía firme y erguida la figura del mástil despojado de la enseña que enarbola exclusivamente en día de corrida.