OLIVENZA - 3ª de feria

De Justo y Marín dignifican a su tierra en mano a mano

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Salida a hombros con el mayoral

El cacereño Emilio de Justo y el oliventino Ginés Marín se reparten ocho orejas en un entretenido mano a mano en el que mostraron un gran nivel con una buena corrida de Victoriano del Río, con sus dos hierros, que dignifica al toreo extremeño y mantiene en alza la siempre triunfal matinal oliventina.

OLIVENZA – Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de Victoriano del Río (1º, 3º bis, 5º) y de Toros de Cortés (2º, 4º y 6º), desiguales de presentación, con movilidad y nobleza.

TOREROS:
Emilio de Justo (de tabaco y oro), oreja, ovación con saludos y dos orejas.
Ginés Marín (de rosa y oro), oreja con petición de la segunda, dos orejas y dos orejas.

INCIDENCIAS: Mañana de temperatura primaveral. Casi lleno en los tendidos. Al finalizar el paseíllo los dos toreros fueron obligados a saludar una ovación desde el tercio. El Fini se desmonteró tras poner palos al cuarto.


Antonio Girol.-

      La matinal de Olivenza suele ser sinónimo de triunfos y alegría. Y la de este año no rompió ese encantamiento. Se vio toreo. Del bueno, hay que precisar. Y una corrida con toros con mucha movilidad, unos más encastados y otros más nobles, pero no tan extraordinaria como para que el mayoral saliese en hombros junto a los toreros.

     El de Victoriano que hizo primero protestó en el saludo. Emilio De Justo enjaretó un bonito ramillete de chicuelinas en el quite. Con gusto, doblándose y muy torero, sacó al toro a los medios en el inicio del último tercio. Dio distancias y enganchó las embestidas de su antagonista con preciosa estética y ligando derechazos que llegaron a los tendidos en una faena muy bien medida, preñada de suavidad y detalles en los remates. El epílogo por doblones fue puro azúcar.

    El tercero estaba muy en el límite de todo. Se derrumbó varias veces. Hubo pañuelo verde y fue sustituido por un sobrero de la misma casa que tampoco estaba sobrado de fuerzas. Tuvo Emilio que llevarlo muy medido para que le aguantara. A pesar de ese hándicap, tirando de técnica pudo extraer muletazos estimables.

   Pero lo bueno de verdad llegó en el quinto. Espoleado por las dos orejas de su compañero, el de Cáceres se fue a portagayola para recibir al de Victoriano que le atropelló dándole un pisotón en el párpado. Repuesto del susto se lució en el recibo alternando verónicas con chicuelinas muy jaleadas por el público. Como también jalearon el galleo para poner al toro en suerte. El astado llegó al último tercio con una embestida rebrincada, pero tenía algo muy bueno: motor, Emilio le dio distancia y a base de aplicarle dosis extra de templanza lo fue atemperando en una faena emocionante en la que el toro nunca aflojó, rubricadas con pases de pecho de bellísima factura. El cierre por ayudados genuflexos puso la guinda a una actuación vibrante rematada con una estocada de la que salió trompicado con un pitonazo en el muslo.

    En Ginés Marín confluyen muchas tauromaquias antiguas a pesar de su juventud. Por eso entendió que el mano a mano es rivalidad y se fue a esperar a portagayola a su primero, del hierro de Toros de Cortés, que le hizo dos regates antes de tomar el vuelo del capote. También quitó por chicuelinas rematadas con una larga cordobesa. La faena de muleta la inició a pies juntos. El toro tenía un fondo de nobleza que Ginés extrajo con suavidad en series que firmaba con arrucinas. Lo intentó por el izquierdo, pero cuando apretaba al toro, este se venía dormidito por lo que optó por seguir con la diestra en cercanías. Puso epílogo con tres circulares invertidos.

    El cuarto tuvo un fondo de clase extraordinaria. El Fini se desmonteró tras dos grandes pares. Le dio distancia Marín y el toro tomó los vuelos de la muleta metiendo la cara con armonía y desplazándose con ritmo. De esa manera se vivieron momentos de buen toreo con el astado repitiendo y el diestro ligando muletazos. Tuvo el de Cortés un pitón izquierdo de dulce y Ginés dio una tanda por ese lado que tuvo el aroma especial del toreo caro, pero quedó la sensación de dejarnos con la miel en los labios. Sinceramente, me hubiese gustado verlo más por ese palo del toreo al natural que tan bien maneja.

    Al sexto le fue enseñando los caminos en los compases iniciales para después sacar ligadas series de naturales de trazo largo. Como largos fueron los pases de pecho con los que cerró las series con la diestra. Puso final a su labor por bernadinas y un remate rodilla en tierra muy pinturero.


GALERÍA GRÁFICA – FOTOS: GALLARDO

OTRAS IMÁGENES – FOTOS: GALLARDO