Pregón Taurino

El pregón que abrió las Noches de Toros en Villafranca

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La noche del sábado 11 de diciembre el pregón de Antonio Girol, director de esta web, abría el fuego de las Noches de Toros que cada año organiza la Peña Cultural Taurina ‘El Albero’ de Villafranca. Aquí puedes leer qué pregonó Antonio.

Antonio Girol.-

Buenas noches. Sr. Alcalde, Sr. Presidente de la Peña Cultural Taurina El Albero, Miguel Ángel, señores socios y señoras socias, aficionados al noble arte de la tauromaquia, amigos todos.

Aquel 18 de julio de 1992

Viniendo para este acto, recordaba aquel otro viaje que desde Cabeza la Vaca, mi pueblo natal, una calurosa tarde de 18 de julio, en plena siesta, acompañado de Antonio Maya, al volante de su R-6, mi inseparable José María Pérez Núñez y mi querido, y recordado, amigo Antonio Reviriego, quien a buen seguro nos estará, esta noche de toros, mirando complacido desde la meseta del cielo, hice a Villafranca, para ser parte de algo tan maravilloso como la inauguración de una plaza de toros.  La de ustedes.

Una tarde de la que recuerdo, como si fuese ahora mismo, aquella faena, con la muleta a media altura, llena de temple, con la que el maestro de Espartinas nos deleito ante un toro, muy escasito de fuerzas, de Gabriel Rojas, herrado con el número 88 y de nombre Paquetillo; que fue el primero en saludar al flamante ruedo.

Conservo fresco el instante en que Fernando Masedo Torres fotografió a José María con César Rincón en el patio de caballos, quién luego esculpió en mármol de carrara, similar al del color de su traje de luces, un pórtico balaustrado de verónicas, para siempre eternas. Y no olvido el valor seco de aquel dinástico Litri, ídolo de masas juveniles.

Cartel de tronío, cartel para el recuerdo, como para el recuerdo quedó la instantánea de Corbacho, que en la página 33 del número 775 de Aplausos, atestiguaba, para la eternidad, nuestra presencia en aquella histórica tarde. Ejemplar que guardo en mi archivo personal con especial cariño.

Dieciocho años han pasado de aquella jornada. Dieciocho años con sus días y sus noches. Y parece que fuese ayer cuando de regreso, al pararnos a cenar en Fuente de Cantos, le pregunté a El Ecijano qué tal estaba el compañero herido. Porque de todo tuvo aquella  gesta de inaugurar en las postrimerías del siglo pasado, una plaza de piedra, para que quedase sellado por siempre el compromiso de esta melómana ciudad con los toros.

Desde entonces y hasta ahora, aquellas primeras piedras se han solidificado en una afición incomparable. Que tiene en todos vosotros, en cada uno de los 180 socios y socias, así como en la de tantos amigos que se os suman en los fastos que organizáis, la muestra más clara de que Villafranca es cepa de buena afición.

Y la prueba la tenemos en el sinfín de actividades que, desde esta ‘casa’ – y entiéndase el término empleado por lo que supone de lugar de reunión y encuentro, de hermandad y desvelo por la fiesta y los suyos – organizáis año tras año desde hace diecisiete.

Villafranca y su fuerza asociativa

Actividades variadas, propias de la sensibilidad y la iniciativa de un pueblo que durante toda su historia ha dado claras muestras de ser un adelantado a su época con teatros como el Salón Alhambra. Caramelos y bordados. Trilladoras y bodegas. Tertulias Literarias y periódicos locales, desde el primigenio ‘Ecos de los Barros’ al ‘Guirigay’, nombre muy apropiado para la época en que se editaba. Y el Orfeón de Santa Cecilia. Con estos mimbres, era imposible que no surgiese una Peña tan activa como la vuestra.

Que lo mismo organiza una novillada de noveles, que mueve Roma con Santiago para tener en sus Noches de Toros a lo más granado del panorama taurino internacional, nacional y regional. No hay más que remitirse a las pruebas del amplio elenco de personalidades que han pasado por este foro, ya sean toreros, rejoneadores, ganaderos, empresarios, periodistas o gentes de otros artes, que nombrarlos uno a uno me llevaría más rato del que, por desgracias, dispongo.

A esta Peña, ha querido, y ha creído, oportuno la actual Junta Directiva que encabeza don Baltasar Manzano Cassillas, que venga este humilde aficionado a pregonar sus actos. Unos actos que no necesitan de pregonero alguno, puesto que sólo con ver ese cartel, ya habla por sí solo de lo mucho y bueno que encierran las tres veladas que lo conforman.

Pero cumpliré el deseo de tan buenos amigos y por tanto, engolo la voz, como hicieran desde los tiempos de la antigua Roma aquellos ‘praeco’ que derivaron en los pregoneros que muchos de ustedes vivieron, o mejor dicho, vivimos y conocimos, sobre todo en el mundo rural, para anunciarles las excelencias de las decimoquintas noches de toros en Villafranca de los Barros, organizadas por la Peña Cultural Taurina El Albero.

Miguel Ángel

Hablaba yo al inicio de cuando siendo jovencito arribé por estos pagos para la inauguración de su nueva Plaza de Toros.  De ahí que les voy a rogar, que me permitan, que empiece a pregonar con una clara referencia a esa juvenil figura, que un buen día soñó en ser torero, bajo los auspicios del centro donde estudiaba. Y encontró en los muros del Colegio San José, la afición suficiente de otros jóvenes como él y, por ende, la de Balta y otros mayores que le alentaron. No podía ser en otro sitio que la Compañía de Jesús, siempre enraizada en la fiesta, precursores a la hora de introducir lo bravo en América.

¿Quién les iba a decir a aquellos pioneros, que de una de sus aulas, iba a brotar un torero de la grandeza de Perera? Que introduciría en América, en esta ocasión, no ganado de raza, sino la misma raza hecha arte, la más genuina que este País nuestro exportase al mundo: ¡El toreo! ¡Su grandeza!

Esta noche nos enorgullecemos de poder contar con la presencia de Miguel Ángel, y digo bien porque el devenir de los años, hará aún más importante su tauromaquia y su sitio en el Olimpo de los últimos héroes de la edad moderna: los toreros. Y recordaremos con deleitación estos momentos vividos en su compañía, ahora, y en tantas otras ocasiones en que frecuenta esta hermandad taurina que formáis en el Albero.

Pero hay más, señores y señoras. Más juventud, ahora más necesaria que nunca.

La Escuela continúa sacando valores

Si ayer era Perera el que comenzaba a andar sus pasos con el mecenazgo de ese vivero de toreros que es la Escuela Taurina del Patronato de Tauromaquia de la Diputación de Badajoz, de la que nos honra con su presencia en este acto Fernando Masedo Pacheco, su Director Gerente. Hoy es Emilio Salamanca quien sigue ese camino, y que esta noche recibirá el galardón acreditativo de mejor novillero del festejo de promoción, que a beneficio de Cáritas, tiene a bien, y nunca mejor dicho, organizar esta Peña Taurina, como una de sus actividades más loables, y que hablan más y mejor de la bonhomía de sus integrantes y directivos. Son ya ocho los festivales de esta índole que han organizado, y a Dios Gracia, los que les quedan.

La juventud de los medios

Continuando por el camino de la juventud y la afición. Se hará entrega de sendos reconocimientos por su apoyo y defensa de la fiesta, en estos momentos tan duros, a dos jóvenes difusores de los toros: Estefanía Zarallo, que consigue que cada día de las páginas de HOY brote un manantial de divulgación, con el tremendo esfuerzo, dedicación y honradez profesional que ello conlleva, y sin más ayuda que sus ganas y su afición. Y en alguna ocasiones hasta teniendo que soportar alguna china en el zapato.

La apuesta decidida y sin ambages por los toros que comenzaron en HOY, con ella al frente, el pasado mes de marzo, hoy recoge parte de sus frutos. Y digo parte porque el resto les ha ido siendo entregado, por adelantado, con la tremenda acogida que sus reportajes, entrevistas y noticias han tenido, y tienen, entre los lectores.

Al igual que es digno de elogio el esfuerzo y la afición de Miguel González, director del programa de radio El Burladero, de Radio La Fuente. Al que admiro y aplaudo porque en él me veo reflejado en mis inicios, en una radio local allá por donde España terminó de reconquistarse.

A los dos os digo, vosotros, con vuestra voluntad, con vuestras ganas, con vuestra afición desmedida, sois el bastión que la fiesta anda esperando para volver a reconquistar aficionados en estos tiempos de crudeza mediática. Gracias por acudir a la llamada de la vocación divulgativa taurina.

Llevamos hablando un buen rato de juventud; sin embargo, qué importante ha sido siempre la figura de los mayores para hacer nuevos aficionados. Para acercar esta fiesta tan llena de atavismos a los más jóvenes.

‘El Abuelo’

Algo que vemos reflejado en la figura de Francisco Mancera, al que todos conocéis como ‘El Abuelo’, y al que le pido, humildemente, que me acepte como uno más de vosotros para poderle yo también llamar ‘Abuelo’.

Francisco, al que de sólo verle la cara, baqueteada de una vida de esfuerzos, ya adivinas que es un hombre bueno, sin tan siquiera llegar a tener la necesidad de intercambiar unas palabras.

Francisco, que representa la generosidad llevada al grado superlativo, expresada en esa cesión desinteresada del local donde, poco a poco, pero con paso firme, durante los últimos quince años, se ha ido forjando esta Peña, su peña, y la afición que hoy a todos vosotros os inunda las venas.

Francisco, además, representa a todos esos abuelos, que cogidos de la mano, acercaron a sus nietos por primera vez a los toros, que con la paciencia y la serenidad que aporta la veteranía, supieron explicar los pormenores del rito de la tauromaquia a los más pequeños hasta hacer de ellos sus vivos retratos.

Miro a Francisco, orgulloso de ser aficionado, y en él veo el reflejo en sepia de mi abuelo Joaquín, que prefería comerse una sardina asada en lugar de un filete con tal de que le sobraran dos pesetas para comprar El Ruedo. Y veo a mi padre – ahora él es el abuelo – que rodeado de nietos acude a la plaza de mi pueblo, a legar en ellos su más preciado tesoro: su afición.

Francisco, amigo, nunca un corazón de oro mereció más un escudo del mismo metal precioso que el tuyo. Enhorabuena.

Esta fiesta no sería lo que es sin esos abuelos, mas tampoco sin el color que la embarga, sin su boato, sin su expresión, a la que ayudan personas como Alfonso Pardo, Pedro Rodríguez Donoso y Máximo Rivera, artífices de la espléndida decoración del local de la Peña El Albero.

Demostrando con ello que, manque les pese a algunos, en el mundo taurino, entre sus aficionados, la sensibilidad brota con borbotones de pureza, que para ellos la quisieran. Y esa sensibilidad, ese buen gusto, ese sentimiento artístico, es propio de hombres recios y aficionados como Alfonso, Pedro y Máximo. ¡Felicidades!

Sigamos pregonando estas noches, que nunca hubo noches que tuvieran mejor epíteto que estas de Villafranca, a la que sale a su encuentro los toros.

El arte siempre se asocia

Y abramos de par en par las puertas del arte, para que el miércoles día 15, se fundan en el zaguán la fotografía y el cante.

Primero con la inauguración de esas postales taurinas que el gran Curro Meloja donase al mundo de la cultura allá por la década de los cuarenta. Postales que recogen una tauromaquia de una época irrepetible. Que retratan el tiempo que le tocó vivir a Don Carlos de Larra y Gullón, descendiente en línea directa de Mariano José, y que adoptó ese sainetero seudónimo para firmar sus crónicas, que ocupan desde 1908 hasta el mismo día de su muerte, en 1962. Y digo bien, hasta el día de su fallecimiento, porque la última que firmase, fue leída por un locutor en Radio Madrid, a título póstumo y versó sobre el tan traído, por entonces, pleito del afeitado de los pitones, que en aquellas fechas era tema de continuo y encendido debate público.

Sepan ustedes por tanto, cuando visiten la exposición, que van a estar frente el legado de un hombre que dedicó toda su vida a narrar la fiesta, que fue uno de los cronistas taurinos más respetados de su generación, y que tuvo la tremenda fortuna de poder ver en directo, y versar, las figuras de Joselito y Belmonte, más todo lo que vino después hasta llegar a Manolete, los Bienvenida y prácticamente la segunda edad de oro del toreo con Ordóñez a la cabeza.

Viendo tan amplia trayectoria periodísticas prácticamente sólo le faltó haber podido asistir a la inauguración de la otra plaza villafranqueña,  aquella que en junio 1894, vio estoquear a El Aparecido y  El Huérfano novillos frexnenses de Jaraquemada.

Me van a permitir que al igual que ese padre del periodismo que fue Montero Alonso, yo también observe esa tremenda hermandad que une a los toros y al cante.

Por eso celebro que para la primera conferencia hayan elegido estos dos artes que de un mismo tronco nacen: de esa raíz española y popular.

Que despiertan olés que envuelven tanto al torero como al cantaor en su fragancia. Que encierran en uno y en otro el mismo porte, la misma fuerza. Que tanto en uno como en otro surge la inspiración, el arrebato, el duende y la emoción en esa condición instantánea que adorna a ambos: lo efímero.

Porque, ¿quién de los aquí presente no encuentra paralelismos en un natural de Perera, dado con toda esa verdad, y una seguiriya o una soleá de Simón García, Niño de la Ribera? ¿Quién no contempla unas chicuelinas, ceñidas, y no le suenan a alegrías, o las manoletinas a saetas?

¿O una excelsa tanda de derechazos, ligados y cosidos a la bamba de la muleta, con el trémolo armónico que nace de la guitarra de Joaquín Moñino?

¿Acaso no son hermanos el toreo y el cante?

Yo les invito a que el próximo miércoles acudan al Salón de Actos de la Casa de la Cultura y mientras El Niño de la Ribera y Moñino desgarran sus voces y sus dedos, cierren los ojos y recuerden la última faena de Miguel Ángel, de Emilio, o si lo prefieren de Fernando Ramos, Javier Durán, o Luis Domínguez que hayan vivido y revívanlas en sus cabezas, verán como estoy en lo cierto.

Hemos hablado durante esta noche mucho de niños, ha tocado así, y no podía faltar para completar esta cuadratura del círculo aquél que mejor paseó ese título por los ruedos de Dios.

Aquel niño Moura

Será el jueves el día, bueno, mejor la noche, que podamos aprender más de quien durante años fue llamado ‘Niño Moura’ y que, aún hoy, después de tantos años, despierta esa ternura especial que tienen los recuerdos.

Aquellos que nos reportan a un jovencito portugués, que a lomos de su caballo ‘Ferrolho’ fue tan ‘Importante’, y permítanme el juego de palabras,  para la fiesta que, a modo de revulsivo, recuperó el arte de rejonear poniéndolo en el sitio que tuvo en los orígenes de la tauromaquia de plazas públicas, de balcones con damas de brocados de seda y caballeros de labrados guadamecíes y lanzas en ristre.

El niño que puso en boga el toreo a dos pistas, o de costado. El niño que puso boca abajo a las Ventas aquella tarde del 27 de mayo de 1976, reescribiendo los tratados del arte de ‘Marialva’.

Con él, y de la mano de Juan Bazaga, buen amigo y compañero en estas lides de informar de toros, repasaremos la historia viva del rejoneo.  Bueno, estando Moura por medio, más valdría llamarle del toreo a caballo.

El futuro de la fiesta

Y llegamos al viernes día 17. Última de las jornadas.

Si ha habido un año donde es más necesaria que nunca la presencia del protagonista de la última ponencia, sin dudarlo un instante es el actual. El futuro, que tanto atrae a propios y extraños, que a su vez provoca temores y recelos, será abordado, por don Eduardo Martín Peñato, Director Gerente de la Mesa del Toro. Hombre de campo. Ganadero y, a su vez, Presidente de la Asociación de Ganaderos de Lidia.

La persona ideal para que comente, y cuente, el estado en que se encuentran todos esos temas que este invierno está siendo actualidad palpitante. El paso a cultura. Los tejemanejes que se dieron en la manida Iniciativa Legislativa Popular que ha puesto en jaque a la fiesta en Barcelona.

Ocasión perfecta, por tanto, para conocer de primera mano, todos esas premisas que por desgracia, más de lo que quisiésemos, también son toros que hay que debatir en las noches de Villafranca.

Para siempre…

De esta guisa llegaremos al final de unas jornadas que, a buen seguro provocarán tristeza en el corazón del aficionado, pero a las que tenemos que enfrentarnos con la alegría propia de que ya falta menos para que las del 2011 echen a rodar con nuevas iniciativas, nuevos ponentes y nuevas ideas de Baltasar Manzano y toda la gente que conformáis esta Asociación Cultural Taurina, que no ceja ni un segundo en su afán de remover conciencias y fidelizar aficionados para la causa.

Será también tiempo de que otra persona ocupe mi lugar en este atril, que a buen seguro lo hará muchísimo mejor que este humilde pregonero, el cual este año tuvo el honor de acompañarles y sentirse, ya desde esta misma noche, uno más de ustedes.

Con el firme deseo de no haberles aburrido ni cansado. Seguro de que no he podido ni acercarme al pabellón que tan alto dejase mi predecesor en este atril, el amigo Fernando Esperilla, recojo mi hatillo, y al igual que hiciese aquel lejano 18 de julio de 1992, me vuelvo a mi hogar, emocionado y orgulloso de que me hayan permitido, en mi regreso a mi tierra, poder vivir con todos ustedes esta gran noche de toros. Muchas gracias, y a su entera disposición.