MANUEL LARIOS - Banderillero

«Tendré que aprender a convivir con ese recuerdo»

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Manuel Larios nos recibe para charlar sobre la tragedia que vivió en primera persona justo hace una semana en la plaza de toros de Teruel. Pero sobre todo nos recibe para homenajear y honrar la memoria de su amigo Víctor Barrio con quien compartía más allá del vínculo profesional una amistad que no puede romper ninguna cornada por más certera ni más directa que esta sea.

Antonio Girol.-

La pasada ha sido la semana más dura que le ha tocado vivir no solo ya como torero sino como persona. Manuel Larios actuaba el pasado sábado en Teruel a las órdenes de Víctor Barrio. El torero que le abrió un hueco en su cuadrilla cuando más necesitaba del apoyo verdadero de un amigo. Porque eso eran el uno y el otro, amigos que compartían una misma pasión. Estoy convencido de que las lágrimas que veíamos derramar a Larios en el callejón del coso turolense no eran solo suyas sino de todos los que amamos esta fiesta y sentíamos en ese justo momento la terrible tristeza de saber que un joven torero había entregado su vida en ese altar que es una plaza de toros. Sirva esta entrevista, por tanto, de homenaje sincero. Y sirva también para gritar fuerte y claro: ¡viva la fiesta de los toros! ¡Viva su grandeza! Pero sobre todo ¡viva la amistad! Gracias Manuel por tu generosidad hacia BADAJOZ TAURINA  y sus lectores al permitirnos hacerte esta entrevista con la que poder honrar a tu amigo Víctor Barrio.

– Manuel, lo primero que toca preguntarte es ¿cómo te encuentras?

– Voy poco a poco asimilando lo ocurrido. Es algo que siempre llevaré conmigo y sé que tendré que aprender a convivir con ese recuerdo. No va a ser fácil. Una vez escuché al maestro Manzanares decir que él en los momentos duros se enrazaba como el toro bravo, e intento seguir esa frase al pie de la letra, pero cuesta mucho.

– Sobre todo, porque tu relación con Víctor trascendía mucho más allá de la relación profesional, ¿verdad?

– Sí, coincidimos en mi época de novillero en algunas plazas como Las Ventas o Villaseca de la Sagra y ahí surgió una buena relación. Pero es a raíz de que yo me hago banderillero cuando la cimentamos. En esa época, Víctor me acogió en un momento que no estaba siendo fácil para mí. Concretamente en una temporada en la que estaba toreando muy poco. Es a partir de ese momento cuando nuestra relación se estrecha mucho más y surge la amistad.

– Recuerdo que en alguna ocasión me comentaste que solías convivir mucho con él y su familia tanto en invierno como durante la temporada

– Así ha sido hasta el último día. Convivíamos mucho juntos tanto en su casa como en la mía, con nuestras respectivas familias. Hasta el punto de que éramos amigos que compartían consejos, sueños, momentos de alegría. Esto quiero remarcarlo porque era una persona maravillosa que jamás tenía una mala palabra con nadie. Al contrario, era un tío positivo, alegre. Éramos amigos, en el concepto amplio de la palabra.

– ¿Al toro Lorenzo lo lidiaste tú o te tocó banderillearlo?

– Me tocó lidiarlo. El toro era un gran toro. No hizo en ningún momento ningún extraño. Víctor lo había recibido yéndose a portagayola. Luego le dio ocho o diez lances sensacionales. Después con la muleta le había dado dos tandas muy buenas por el derecho que es el recuerdo con el que me quiero quedar de ese día.

– Y entonces, en una décima de segundo, lo que debía ser una faena de éxito se convierte en drama

– En el momento del percance yo salí corriendo todo lo que pude y vi el pitón perdido en una zona que no me gustó. Cuando pudimos quitarle el toro y mi compañero se quedó con él, me di cuenta de que Víctor estaba inmóvil y ahí sí que ya me asusté de veras. Sin embargo, todo esto lo vives tan rápido que no quieres creerte lo que está ocurriendo. Siempre te queda esa esperanza de que solo sea una cornada muy fuerte, pero de camino a la enfermería me fijé en su cara y ahí ya sí que me preocupé del todo porque el gesto que llevaba era para preocuparse de verdad.

– No me quiero ni imaginar lo que tuvo que suponer vivir en primera persona todo lo que aconteció a continuación

– No te puedes hacer una idea. Cuando en la enfermería le quité la chaquetilla y el chaleco me encontré cara a cara con la terrible realidad de que mi amigo se me había ido en mis brazos. No dejo de pensar que si hubiese corrido más igual le hubiese podido salvar la vida. Pero juro que corrí con todas mis fuerzas para llegar… (Hace una pausa y no puede seguir hablando)

– Manuel, no debes martirizarte con ese pensamiento porque se ve en las imágenes que, aunque hubieses sido el hombre más veloz de la historia, nada hubieses podido hacer porque la cornada fue muy rápida y lo que es peor, muy certera.

– Es que fue un golpe de mala suerte. El viento lo descubrió un poco y él quiso pasar al toro para volverse a colocar. Justo el momento en que el animal lo tiró al suelo y le metió el pitón de forma muy certera.


«…No dejo de pensar que si hubiese corrido más igual le hubiese podido salvar la vida. Pero juro que corrí con todas mis fuerzas para llegar…»


– Impacta escucharte. Como impacta imaginar lo que debieron ser esos momentos en la enfermería, sobre todo porque sus familiares más directos estaban en la plaza.

– Fue muy duro. Estaban su mujer, su padre, sus abuelos, su hermana. Víctor era un torero muy querido en Sepúlveda y cuando toreaba solía acarrear a mucha gente que se desplazaba para verle. Como en este caso en Teruel.

– Pude escuchar a Raquel en Carrusel Taurino y no puedo más que admirarme de la entereza que demostró en esos momentos en que nadie sabíamos el fatal desenlace, pero todos éramos conscientes de lo que se presagiaba

– Cuando salí de la habitación en donde los médicos asistían a Víctor me encontré con Raquel que estaba en la puerta. No me atreví a contarle la realidad de lo que yo había visto. Sí le dije con objeto de tranquilizarla que era cierto que estaba herido pero que los médicos estaban operándole. Justo después de eso fue la comunicación con Carrusel Taurino que comentas.

– La entereza que ha demostrado Raquel en todo momento es algo que jamás podremos olvidar los aficionados. Nos ha dado toda una lección de grandeza que algún día habrá que reconocérsele como merece.

– La pobrecita no encontraba consuelo en la enfermería, pero a pesar de todo sacó una fuerza descomunal y una entereza digna de admiración, como bien dices. Tanto ella como Esther, la madre de Víctor, han demostrado desde el sábado que son dos mujeres de bandera.

– Conforme pasen los días comenzará lo realmente duro, y ahí es donde nosotros los aficionados debemos demostrarle nuestra grandeza dándoles el apoyo que tanto van a necesitar.

– A la fuerza tiene que ser así. De todas formas, no están solas. Raquel, por ejemplo, está acompañada por unas amigas. Estamos todos pendientes de ella, llamándola por teléfono. Y si de algo puede estar segura es de que en mí siempre va a encontrar apoyo y ayuda porque era y es la mujer de mi amigo.

– Me intento poner en su lugar y me cuesta trabajo ser capaz de tener no solo ya esa entereza que estamos comentando con respecto a la desgracia que la ha tocado vivir en primera persona sino ante los ataques de todos eso malnacidos que la han asaeteado en las redes sociales. Está dando un ejemplo maravilloso

– Ella los ha definido perfectamente: son seres, pero no humanos. Desgraciadamente es la sociedad que nos ha tocado vivir. Una sociedad que durante muchos años luchó por la libertad y en la que ahora se ha instalado el libertinaje. Es triste que alguien se pueda alegrar de la muerte de un ser humano que no ha hecho nunca daño a sus semejantes. Sinceramente no me entra en la cabeza que haya gente así de mala y que no se pongan en el pellejo de quien está sufriendo, porque imagino que tendrán padres, mujeres o maridos, hijos, y si a ellos les pasase una desgracia como la que están viviendo los familiares de Víctor, no les agradaría que les insultasen o les faltasen al respeto de esa manera en que ellos lo han hecho.

– No sé si estarás de acuerdo conmigo, opino que lo mismo que la muerte de Paquirri tuvo un efecto directo en las enfermerías con un cambio de protocolo importante a ese respecto, creo que la de Víctor Barrio puede tener el efecto de que se ataje el sinsentido de los ataques que sufre el toreo en las redes sociales.

– Todos esos que se alegran de la muerte de Víctor o de cualquier otro percance grave de los toreros no dejan de ser una minoría. Muy ruidosa, pero minoría. Tenemos que estar unidos para luchar contra este problema, pero más que eso la muerte de Víctor tiene que servir para que vestirte de torero sea algo más serio. Sobre todo, para que cuando un tío mata dos pedazos de toros le quede algo de dinero. No puede ser que un hombre haga ese tremendo esfuerzo y después no pueda ni invitar a cenar a su mujer.

– El sábado toreabas en Teruel y un día más tarde tenías también cerrada contratación con Tomás Campos para actuar a sus órdenes en un pueblo de la provincia de Ávila…

– Así era. Pero no pude ir. Hablé con Tomás y le dije que me era imposible vestirme de torero porque no estaba en condiciones de poder hacerlo. Y luego por respeto a la memoria de Víctor ya que quería pasar el máximo de horas a su lado hasta el último momento.


«…más que eso la muerte de Víctor tiene que servir para que vestirte de torero sea algo más serio. Sobre todo, para que cuando un tío mata dos pedazos de toros le quede algo de dinero…»


– ¿Cómo han sido estos días que has pasado?, me refiero ahora más al ámbito profesional.

– Los primeros días pensé en parar de torear un tiempo para asimilar todo. Sin embargo, pensándolo fríamente me dije: ¿y qué hago? ¿a dónde voy? Si a mí lo que me hace feliz es torear. Entonces llegas a la conclusión de que lo único que te puede ayudar a superar ese bache es torear.

– Y volviste en Moraleja el jueves acompañando al novillero Fernando Flores

– Sí, y me sentí feliz haciéndolo. Por lo que debo seguir vistiéndome de torero para así honrar la memoria de mi amigo. Sé que donde esté me echará un cable porque lo que más quería era verme feliz y lo que menos le gustaría sería que estuviese en casa parado.

– Se habla mucho de la falta de unión que hay en el mundo del toro. Sin embargo, cuando pasan desgracias siempre sale a flote la grandeza del toreo como una vez más se ha visto, al menos esa es la impresión que nos queda a los aficionados desde fuera.

– La familia del toro es muy grande. Por eso si nos unimos no van a poder con nosotros sobre todo porque somos muy pasionales. Para la familia de Víctor ha sido una inyección de moral ver que estábamos todos allí junto a ellos. Quiero agradecer la infinidad de mensajes y llamadas que he recibido durante todos estos días y aunque no los pueda atender a todos, quiero que sepan que han sido muy importantes de cara a levantarme la moral.

– ¿De todas las imágenes del pasado sábado cuál es la que emocionalmente más te pudo?

– Es muy difícil quedarse con una (hace una pausa) Tal vez la más emocionante fue cuando el coche fúnebre se llevaba a Víctor y la multitud que se había congregado en la puerta de la enfermería irrumpió en aplausos y en gritos de torero, torero. Aquello me desbordó por dentro porque segundos antes había entrado a despedirme de él y ahora le veía marcharse entre esas alabanzas de torero. Viendo aquello no encontraba consuelo.

– ¿Has podido leer los comentarios que todos esos mal nacidos han escrito estos días en las redes sociales?

– No. Ni quiero que me los leen. Ni siquiera el del profesor ese de Valencia. No quiero perder el tiempo con cuatro infelices porque eso es lo que son, ya que si de verdad tuviesen felicidad en sus vidas seguro que no se dedicaban a escribir esas barbaridades.

– Manuel, muchas gracias por atender a BADAJOZ TAURINA en estos duros momentos y compartir con todos nuestros lectores tus vivencias más íntimas

– Gracias a vosotros. No quiero dejar pasar la oportunidad para dar también las gracias a todos los aficionados que se han volcado conmigo y con la familia de Víctor. Como te comenté cuando me llamaste para concertar la entrevista, mi objetivo al concederla era honrar la memoria del amigo que se me ha ido, pero seguirá siempre en mi corazón, mi amigo Víctor Barrio.