BADAJOZ - Novillada sin picadores

Solo hubo victoria en Calahorra

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Adame saliendo a hombros
Adame saliendo a hombros

Alejandro Adame se erigió en el claro triunfador de la novillada sin picadores que cerró la feria del Cincuentenario. El joven espada hidrocálido dejó los mejores pasajes de una tarde en la que los novillos de Zalduendo no les pusieron las cosas fáciles a los novilleros. Destacada fue también la actuación de Héctor Gutiérrez como director de lidia.


BADAJOZ – Novillada sin picadores

NOVILLOS: Se han lidiado erales de Zalduendo, con más teclas que un piano de cola. El 3º de nombre Embustero y herrado con el número 87, fue premiado con vuelta al ruedo.

NOVILLEROS:
Héctor Gutiérrez (de rosa mexicano y oro), oreja
Antonio Pintiado (de azul y oro), ovación con saludos
Alejandro Adame (de blanco y plata), dos orejas
Carlos Domínguez (de burdeos y oro), ovación con saludos
Ismael Jiménez (de blanco y oro), ovación con saludos
Arturo Gilio (de purísima y oro), silencio

INCIDENCIAS: Última de la feria del Cincuentenario. Tarde de temperatura agradable. Menos de un cuarto de aforo.


Antonio Girol.-

     Dos frentes habían abiertos en la tarde de hoy. Uno en Calahorra, en donde el C.D. Badajoz se jugaba el ascenso a Segunda División B. El otro, en el coso de la Avda. de Pardaleras, en cuyo ruedo tres novilleros de la ciudad competían con otros tres de México por dilucidar cuál de las dos tauromaquias enfrentadas en la arena se hacía con el premio puesto en liza por la empresa: actuar en una novillada en Aguascalientes por San Marcos. Al final, solo los futboleros pudieron celebrar su triunfo ya que los taurinos no tuvieron más que reconocer que el nivel de Alejandro Adame fue muy superior al del resto de sus compañeros.

     El más joven de la dinastía Adame mostró desde que saludó con una larga en el tercio a su novillo que más allá de tener el oficio bien aprendido posee una inteligencia natural para el toreo. No solo meció con cadencia y buen son el percal a la verónica y puso picante en el quite por zapopinas. Pero donde dio su verdadera dimensión fue con la muleta. Supo dominar la escena de principio a fin porque además de torear muy bien maneja perfectamente cómo se entra y se sale de las suertes. Conoce los tiempos a la perfección y aún más las distancias. Si me permiten un símil futbolístico viéndole en acción recordó a esos jugadores que en divisiones menores sobresalen sobre el resto porque juegan como si ya fuesen profesionales.

     Es verdad que le tocó el mejor novillo del encierro. Pero también es cierto que supo ahormarlo perfectamente. De inicio con los ayudado por alto. Después echándole los vuelos al hocico para embarcar las embestidas y correr la mano con ritmo. O relajando la figura en los naturales que instrumentó encajado de riñones. Epilogó su gran actuación con un ramillete de benardinas sin ayuda de la espada a las que siguieron varias luquecinas. Tan borracho de toreo estaba que quiso hacer caso a las voces que desde el tendido le pedía que no matase al de Zalduendo y siguió toreando al natural desobedeciendo el recado presidencial en forma de aviso. Al final, imperó la cordura, y entró a matar por derecho. Las dos orejas de su antagonista paseado en vuelta al ruedo póstuma fueron a parar a sus manos.

     El otro novillero destacado de la tarde resultó ser Héctor Gutiérrez. En su caso, más allá de las formas, en lo que respecta a dirección de lidia. No creo que en los cincuenta años de vida del coso pacense haya habido antes de hoy un novillero sin caballos con ese saber estar en la plaza. La lección que ha dado el joven mexicano ha sido impropia para su edad. Incluso debería hacer sonrojar a las cuadrillas, si es que sintiesen un mínimo de vergüenza, tras ver cómo un chaval ha estado más pendiente de la lidia que ellos mismos además de recoger capotes y banderillas tiradas por el ruedo, incluso zapatillas que ayudaba a colocar a sus compañeros descalzados. Lástima que su primero no le ayudase por su escasez de fuerzas. Aun así, el de Aguascalientes logró ligar algunas series con la zurda de bella factura que le valieron una oreja que paseó por el anillo pacense.

     Tras Gutiérrez actuó Antonio Pintiado al que le correspondió una prenda de Zalduendo de esas que dan dolor de cabeza. El novillero de Badajoz muy dispuesto la recibió a portagayola. A la falta de raza del eral se sumó la pésima lidia que recibió, lo que acrecentó aún más sus defectos: corretón, soltando la cara, bruto en las embestidas. Toda una alhaja con la que Pintiado tuvo que afanarse para poder aguantarlo en su muleta ante los continuos amagos del animal por irse a la querencia de chiqueros. De lo mejor de su actuación resultó una serie al natural, dado de uno en uno por culpa del escaso celo del astado que fue pitado en el arrastre.

     A Carlos Domínguez le tocó tener que actuar tras Adame. Difícil papeleta que el novillero de Badajoz afrontó con la determinación de irse a portagayola. Exigente el de Zalduendo no quería nada por arriba. Corrió bien la mano izquierda Domínguez en las series de naturales por donde el eral se desplazaba mejor. Probó por el derecho, pero tras comprobar que por ese lado protestaba más optó por seguir al natural. Alargó en demasía la faena y eso provocó que el de Zalduendo se pusiese gazapón a la hora de cuadrarlo.

     Ismael Jiménez se topó con un novillo que tenía las fuerzas cogidas con pinzas. Brindó a su abuelo, el maestro Antonio Jiménez ‘Antoñete’. A la flojedad de manos del astado se unió su tardanza en querer coger los vuelos de la muleta que le ofrecía el joven novillero, que incluso llegó a desesperarse por momentos viendo que pasaba el tiempo y no podía expresar en el ruedo lo que ansiaban en su cabeza. Por lo que tuvo que optar por meterse en los terrenos del novillo para de ese modo poder extraerle de uno en uno los muletazos en un arrebato de valor.

     Cerró plaza el mexicano Arturo Gilio que evidenció su bisoñez. A ello se sumó una tremenda voltereta que le dejó aturdido. Héctor Gutiérrez una vez más fue el primero en llegar a socorrerle. Novillo duro y con expresión seria, el de Zalduendo no le regaló ni media embestida con la que poder sentirse torero y solo en una tanda le pudo ganar la acción a base de tesón y entrega. Pasó un auténtico calvario con la espada.


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GALERÍA GRÁFICA. FOTOS: GALLARDO

OTRAS IMÁGENES. FOTOS: GALLARDO

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