LLERENA - Corrida de toros

Este año sí, todos contentos

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La terna a hombros
La terna a hombros

La terna compuesta por Tomás Campos, Tomás Angulo y Miguel Ángel Silva salió a hombros del coso de Llerena tras una tarde en la que el público se divirtió mientras los tres espadas se entretuvieron en cortar nueve orejas y un rabo de una corrida de Cayetano Muñoz que sustituyó a la anunciada de Buenavista.


LLERENA – Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de Cayetano Muñoz que sustituyeron a los anunciados de Buenavista. Terciados 1º, 2º y 6º y muy bien presentados 3º, 4º y 5º. De juego desigual. El 5º aplaudido en el arrastre.

TOREROS:
Tomás Campos (de espuma de mar y oro), oreja y oreja.
Tomás Angulo (de burdeos y oro), dos orejas y dos orejas y rabo.
Miguel Ángel Silva (de obispo y oro), oreja y dos orejas.

INCIDENCIAS: Buena entrada en sombra. Tarde de temperatura agradable. Los tres espadas y el mayoral de la ganadería salieron a hombros.


Antonio Girol.-

     La última vez que Tomás Campos y Tomás Angulo compartieron cartel en Llerena fue hace dos años, días arriba días abajo. Aquella tarde se encontraron con un presidente que pecó de exigente. Hoy, en cambio, los dos espadas y el segedano Miguel Ángel Silva, que los acompañaba en el cartel, han tenido precisamente en el palco a su mejor aliado. Con un usía, en este caso, muy a favor de obra. De obra de los toreros, claro está. Y de un público cariñoso y entregado que se marchó del coso llerenense feliz porque esta vez, a diferencia de aquella otra fecha, sí se han concedido muchas orejas… ¡y hasta un rabo!

     Rabo que cortó Tomás Angulo del quinto de la tarde. Un toro con toda la barba del desigual encierro que la familia Muñoz mandó desde Doña Elvira en sustitución del que estaba anunciado de Buenavista. Tuvo este astado muchas teclas – lo siento por quién no le guste el vocablo, pero lo voy a seguir usando –  y no todas fueron fáciles de tocar. Ya de salida, en el primer burladero en el que remató, marcó dónde iba a poner los pitones en sus embestidas: de la mitad hacia arriba. Lo saludó Angulo con el capote a una mano y a punto estuvo de costarle un susto. A los toreros se le mide conforme a su oficio. Y el de Angulo, como el del resto de sus compañeros de terna, es el que es por falta de oportunidades. Por eso, tiene aún más mérito cómo de serio ha estado con este toro. Podemos luego discutir si el inicio por doblones fue el más acertado viendo como el astado no admitía recortes. O si se confió en demasía en los compases finales hasta el punto de sobrevenir de nuevo el ¡ay! del susto. Pero lo que no se puede refutar son las ganas, el amor propio y la exposición de un chaval que extrajo de su antagonista cuanto tuvo por el pitón izquierdo a base de jugársela de verdad para sacar las series al natural. Faena de mérito. Pero, también tengo que decirlo, no de rabo.

     Pero claro, cuando de su anterior paseó dos orejas, era normal que en este la cosecha aumentase porque su labor se vivió con una tensión diferente a la primera. En aquella, vimos a un Angulo que conectó mucho con sus partidarios desde el inicio en el que evocó la remembranza de aquel principio de faena – de la que ayer se cumplieron años – en la que Cuqui de Utrera inmortalizó para el recuerdo aquella antológica serie al natural al novillo Rompesillas en La Maestranza cuando el de Guardiola se le arrancó sin dejarle hacer el brindis. Algo similar le ocurrió esta tarde a Angulo cuando se disponía a ofrecer su actuación a sus paisanos. Naturales de inicio aparte, lo más destacado del diestro de Llerena en su labor muletera ocurrió cuando a partir de la segunda tanda en redondo logró cogerle el aire al de sangre guateles de Cayetano Muñoz y le ligó las series por el derecho.

     El otro torero de Llerena se llama Tomás Campos. Aunque no lo parezca por el poco eco que tiene en los tendidos. Una lástima, porque sus paisanos se están perdiendo a un torero como la copa de un pino. Tiene Campos un concepto tan puro del toreo, tan sumamente bueno, que ese don a su vez le acarrea el hándicap de que solo los muy aficionados saben apreciar sus virtudes. Que consisten en colocarse perfectamente, en echar los vuelos de la muleta a la distancia precisa, en llevar a esta sobre las yemas de los dedos y tirar de los toros con un temple y una pureza que un solo natural suyo vale por toda una faena de más de la mitad del escalafón. El día que a este torero le permitan expresar su tauromaquia en una plaza acorde a su categoría artística, ese día habrá muchos que dirán ¿dónde estaba este tío? Su faena al cuarto, un precioso toro jabonero de hechuras perfectas, resultó un compendio de cómo se debe torear, sobre todo al natural: encajado, con gusto, marcando los tiempos…Pero sobre todo con armonía en el trazo y el movimiento de la muñeca para quedarse colocado y ligar los naturales al ralentí. Hasta las manoletinas finales tuvieron un sabor diferente. ¡Qué pena que matase tan mal! Porque la oreja que le fue concedida supo a muy poco.

     Otra había cortado en su primero. Con el que estuvo muy aseado y pulcro sin terminar de calar en los tendidos, pero con el evidenció muestras de esas maneras tan puras que en su segundo alcanzarían cotas tan altas como ya quedaron reflejadas en esta crónica.

     Miguel Ángel Silva, a diferencia de sus compañeros de terna, echó por delante al más fuerte. Un animal con cuajo y bien puesto de pitones que no resultó fácil. Lo recibió Silva de capote flexionando la pierna. Saludo muy torero. Buen síntoma de lo que ha crecido este diestro en su primer año de alternativa. Y no me refiero en altura. Se le nota al de Zafra mucho más cuajado, más reposado, en todo lo que hace en el ruedo. Tuvo el toro el defecto de medir mucho y por tanto exigía mando y a la vez temple para que no se descompusiese. Lo entendió bien Silva que lo llevó siempre muy pulsado logrando de ese modo ir metiéndolo en el canasto. Mató mal y su labor se quedó en una única oreja.

     Necesitaba el segedano arrear en el sexto y lo hizo desde el principio yéndose a toriles para recibir al de Cayetano con una larga cambiada. Continuó por verónicas con más brío que acierto. Pero donde una vez más tuvo que estrujarse la cabeza fue con la muleta. Avisaba el astado por el derecho y por ese lado le dio un susto. Optó por coger la franela con la zurda. Por ese pitón le planteó la faena a base de ganarle siempre la acción a su antagonista para evitar que el animal se impusiese en la partida que desarrollaron en el ruedo. Logrado el objetivo hizo lo propio en una serie por el derecho imponiéndose también al astado para luego continuar de nuevo por la izquierda en la mejor tanda de su actuación. Pinchó de inicio antes de pasaportar a su antagonista, del que fue premiado con dos generosas orejas.

GALERÍA GRÁFICA. FOTOS: GALLARDO

OTRAS IMÁGENES. FOTOS: GALLARDO